jueves, 5 de mayo de 2016

Los escritores malditos II. Los poetas (II)

 Esta entrega es continuación de esta otra donde se explicaba la magistral lección que se está impartiendo.


Ceferino Cienfuegos Cetamayúscula. Religioso y poeta.
Ceferino nació fruto de un parto un día que su madre rompió aguas.
A edad párvula se sintió llamado por el deseo de escribir e ingresó en un convento, donde le enseñaron a copiar las magnas obras de la antigüedad.
Era la edad media y eran así de raros.
(Por cierto, ¿como es que por ser la edad media iba la gente a caballo, pero si  una persona es de mediana edad tiene que ir a pie, y lo que es peor, cuando hay mucha gente y se quiere saber la media de edad, se suma y se divide y no sale el caballo por ningún lado? No es justo)



A base de copiar y copiar textos antiguos, aprendió a expresarse de forma bella y desinhibida y compuso sus primeros poemas:

Porque eres bella te quiero mirar
y con tu cara quiero soñar
si te pudiera acariciar
un beso te querría dar
sin que nos pudieran observar
sin quererte abandonar
que bonito, Mari Mar.
Este bello poema se lo dedicó a Doña María del Mar Pescadilla de Brahamante, viuda de Don Hilofino Brahamante Pérez, madre del anciano padre superior de la abadía.
Mas tarde, al verse rechazado en sus requiebros, fijaría el objeto de su interés en un compañero de oraciones, que hasta la fecha nos ha sido desconocido:
Que bien mueves el culo al caminar
cuando te veo barrer
y la basura vas a tirar
porque no la puedes esconder
Saleroso
Este último poema cayó muy mal en las altas estancias del priorato y el joven Ceferino fue llamado a capítulo. Fue acusado de lascivo, procaz, e injurioso. El arcipreste del priorato, hombre ecuánime y riguroso como pocos, fue inflexible en sus exigencias y condenó al poeta a cortarse las uñas de los pies todos los días.

 
Intervino entonces el anciano padre superior de la abadía (parece ser que influido por su madre, que a la sazón empezaba a sentir cierta curiosidad por el monje lascivo) y le conmutó la pena por otra de azotes en las nalgas cada tarde después del rezo vespertino. Es de esta etapa de su vida de donde proceden estos versos tan tristes:

Triste destino el mío
que solo teniendo diez uñas
ambas nalgas me flagelan
con inusitada rebeldía,
¡Madre mía!

Conmovida la comunidad, se decide conmutar la pena de los azotes en las nalgas por el de morir en la horca. Pero Ceferino, que resulta ser un ingrato, se fuga del convento una noche sin luna y no sabiendo donde ir se presenta al día siguiente con un bigote postizo para ingresar como novicio. Dice llamarse Ceferino Cienfuegos Cetamayúscula también, pero que se debe tratar de una casualidad. Es aceptado y se le da una escoba y el encargo de barrer el escaramujo, que en esa época era además de un bicho muy malo, una plaga.
Mientras barre escribe su primer libro de poemas, que le daría fama y lo convertiría en el escritor maldito que hoy conocemos. El libro se titula "El puto escaramujo" y es un canto de amor y pasión al escaramujo y a la madre que lo parió.



Con el llega la fama efímera y las riquezas inconmensurables. Como es un hombre sencillo, no quiere el dinero. Solo las cosas que se pueden comprar con él. Se va del convento y pone una casa de latrocinio.
De esta época procede su segunda obra "La puta casa". Es un revulsivo para la sociedad de su época. Es un jarro de agua fría y se vuelve pobre. La gente exige que le devuelvan su dinero y además devuelven el libro anterior contra reembolso. Lo echan de la casa de latrocinio y pretende volver al convento, pero ya era por la noche y está cerrado.
Se instala como escayolista en el cercano pueblo de Cienfuegos y pronto se olvida del latrocinio y los frailes. Escribe su tercera y ultima obra "La puta escayola". Pero es muy mala.

Abrumado por el descrédito se muere.



Hasta hace algunos años se estudiaba como uno de los poetas de la edad media (la de los caballos) pero ya lo han quitado y lo han puesto de escritor maldito.
También podían haberlo puesto de escritor escayolista, o de escayolista poeta, pero no. La gente, que cuando les da por un capricho.