"A lo mejor en esa época vivía en esta casa y un día se levantó de su sofá para cojer una galleta con el libro en la mano y no se dio cuenta y lo guardó en la caja y se tuvo que ir a correr o a batirse en un duelo o algo y no se acordó de que el libro estaba allí. Y no tiene nada que ver que esté escrito a bolígrafo, a lo mejor no tenía plumas de esas que salen en las películas o era alérgico o algo, y el hecho de que tenga una letra que se parezca a la mía es solo una casualidad. Y si el libro está dedicado a mí es un detalle muy bonito, no se qué le ven ustedes de malo, es que son ustedes...hijo mío. Oiga, el fotógrafo, deje el jarrón donde estaba, haga el favor"
En este afán tan nuestro por poner en general conocimiento todos los grandes hallazgos y hallamientos de la cultura mesolítica (signifique eso lo que signifique) y medieval, he aquí un extracto del capítulo primero del incunable libraco.
CAPITULO I
DE COMO LOS MARSCIANOS DE ALLENDE EL CIELO FABIAN RESCATADO EL CUERPO DE DON QUIXOTE ET LO METEN EN UNA MACHINA MARABILLOSA LA CUAL MACHINA LO RESUSCITA ET DESPUES DE UNAS PLÁTICAS DE SUMO DIVERTIMENTO LO ENVÍAN A DESFACER ENTUERTOS ET A FACER GRANDES MARABILLAS QUE FARAN PERSIGNARSE A LA MUXER DEL MESONERO ET DE COMO SANCHO PANZA SE TOMA DÍAS DE ASUETO ET MANDA EN EL SU LUGAR A SU SOBRINO FABRIQUIN, EL CUAL FABRIQUIN ERA TONTITO PORQUE EN SIENDO PEQUEÑO SE DIOSE CON EL PICO DE LA MESA EN LA FRENTE ET PARTIO LA MESA ET LUEGO LA MORDIÓ ET ALLANDOLA SABROSA SE LA COMIO Y SE VE QUE LE SENTÓ MAL O ALGO PORQUE YA SE QUEDO TONTITO
"...Et le dixe al que parescia ser el jefe: Mire maese marciano, que en habiendo se de agradecer que me retorne a la vida, ha sido por otrora una faena, que estando yo tan ricamente muerto no fabia de andar dando de coscorrones et tropeszando con molinos et otras gilipoyadas. Et dixome el maese marciano cosas que en su fabla debían de ser de sabio entendimiento, porque solo le entendi Uuuuuu y hasta UUUuooooo, que parescía mas bien un buho pesadito.
- Face muy bien vuesa merced en ponerse chulo, señor Quixano, que una vez yo vi un marciano y me dijo lo mesmo.
- ¿Qué dices Fabriquín? ¿Has visto tu por ventura tal maravilla?
- No me acuerdo, maese, es que como a veces bebo y soy tan mentiroso, igual no era marciano él, o yo no estaba et me lo fabían contado o lo mesmo sí.
Et llegados fueron a este punto, pusieronse a dormir, teniendo buen cuidado el ingeniosos hidalgo de apretar el culo contra una peñasco, no fuera que el tal Fabriquín, además de cumplido raro fuera también rarito.
Despertóles la calandria con sus trinos et fueronse a un arroyo que por allí discurría y lavaronse las partes pudorosas y hasta las caras (Cada cual la suya) et viendo que se les echaba la hora de comer y no habían con qué, pusieronse en marcha hacia una venta que en la lontananza se veía.
Dixole Don Quixote a Fabriquín:
- Has de saber, esquizoide Fabriquín, que en una venta tal como esta vivia la bruja Mari Carmen Pérez Pocahontas, que fue de gran fama porque además de bruja diplomada et de grandes hechizos et comjuros, daba unos capones con los nudillos que levantaban ampollas en los tiernos infantes del repugnante villorrio. Et además, era de gran fama et grande maravilla, que sabía medir los tiempos con tan grande premura et discernimiento, que cuando ella decía "de aquí a un rato" era por justeza un rato lo que pasaba et no había quien pudiera discutir tan grande verdad.
Respondiole fabriquin:
- Eso no es nada, maese Don Quixote, que en las tierras donde pasube mi infancia, fabía una bruja que por casualidad llamabase de igual manera, et era capaza de dando grandes voces et alaracas, llamar marranas a las vecinas et aun cochinorras, pero con tan grandes simpatías que las vecinas la querian de lüenga manera y solo llamabanla fijadelagranputa en carnestolendas.
- Maravillame - dijole el ingenioso hidalgo- que tan grandes venturas acontezcan et vos sepais de ellas.
Y mientras tal hablaban llegaronse hasta la venta et aunque hallaronla sucia et destartalada se decidieronse a entrar, dejando, eso sí, los jamelgos en la jamelguería.
- A de la venta -dijo Don Quixote al cruzar el umbral.
Salió de detrás del mostrador un mesonero calvo que ocultaba una risa tras las sus manos cayudas.
- A de la venta dice, que gracioso -dijole el mesonero
- ¿Es por ventura que en esta mañana podamos yantar algunas viandas en esta venta? -le dijo el hidalgo al ventero
- Maria, María, ven que te lo estás perdiendo -dijole el mesonero a su mujer. Esta salió casi al instante con su escoba en la mano, una risa circunfleja en la cara y preguntando -¿Que ha dicho, que ha dicho?
- Que si puede yantar dice, que caxondo -contestole el mesonero
- ¡Ay, que no lo he oido, dile que lo diga otra vez, esposo mío! -dijole al mesonero la mesonera consorte.
- Calla, calla, a ver que dice -dijola el mesonero
Como el ingenioso hidalgo comenzara a amoscarse, quiso intervenir Fabriquin, mas como era Lelo no supo que decir y se quedose farfullando incojerencias y desequilibrios. Y ya las chanzas fueron a tan alto grado que rompió a reir la moza que limpiaba las mesas, y tras ella la mujer del mesonero y hasta el mesonero mesmo.
Et viendo que todos regocijabanse de tan alto grado, dijoles el ingenioso hidalgo
-Miren vuesas mercés, que en habiendo sido la hora crepuscular et el tiempo de comer llegado, es menester que nos sean fritos unos huevos con puntillitas para que el cuerpo humano español repongase del ayuno y podamos proseguir con nuestra tarea, de tal manera que en llegando la hora nona sea el momento de cenar et de sopar en la sopera.
Cayose el mesonero al suelo de la risa et a la moza que limpiaba las mesas diole un hipo. La mujer del mesonero se habia ido del punto en un rincón et yacia de cuclillas.
-La madre que lo parió -farfullaba la insensata.
Dijole don Quixote a Fabriquín en una aparte:
- Cosa de encantamientos es esta, Fabriquin, que en habiendo pedido algo de yantar ya ves como se ríen y no nos sirven. Por ventura me malicio que algun malvado enemigo haya ejecutado un sortilegio y estos pobres no sean capaces de discernir lo que en verdad les acontece.
- Ay, que me meo -dijo la fregona
- Ja ja ja -dijo la mujer del mesonero, sentandose en el suelo.
- ¿Y si nos fueramos yendo, maese hidalgo? -dijo Fabriquín.
Recogieron sus jamelgos et pusieronse en marcha. Y al poco, en otra venta se comieron un macpollo.
Et llegados fueron a este punto, pusieronse a dormir, teniendo buen cuidado el ingeniosos hidalgo de apretar el culo contra una peñasco, no fuera que el tal Fabriquín, además de cumplido raro fuera también rarito.
Despertóles la calandria con sus trinos et fueronse a un arroyo que por allí discurría y lavaronse las partes pudorosas y hasta las caras (Cada cual la suya) et viendo que se les echaba la hora de comer y no habían con qué, pusieronse en marcha hacia una venta que en la lontananza se veía.
Dixole Don Quixote a Fabriquín:
- Has de saber, esquizoide Fabriquín, que en una venta tal como esta vivia la bruja Mari Carmen Pérez Pocahontas, que fue de gran fama porque además de bruja diplomada et de grandes hechizos et comjuros, daba unos capones con los nudillos que levantaban ampollas en los tiernos infantes del repugnante villorrio. Et además, era de gran fama et grande maravilla, que sabía medir los tiempos con tan grande premura et discernimiento, que cuando ella decía "de aquí a un rato" era por justeza un rato lo que pasaba et no había quien pudiera discutir tan grande verdad.
Respondiole fabriquin:
- Eso no es nada, maese Don Quixote, que en las tierras donde pasube mi infancia, fabía una bruja que por casualidad llamabase de igual manera, et era capaza de dando grandes voces et alaracas, llamar marranas a las vecinas et aun cochinorras, pero con tan grandes simpatías que las vecinas la querian de lüenga manera y solo llamabanla fijadelagranputa en carnestolendas.
- Maravillame - dijole el ingenioso hidalgo- que tan grandes venturas acontezcan et vos sepais de ellas.
Y mientras tal hablaban llegaronse hasta la venta et aunque hallaronla sucia et destartalada se decidieronse a entrar, dejando, eso sí, los jamelgos en la jamelguería.
- A de la venta -dijo Don Quixote al cruzar el umbral.
Salió de detrás del mostrador un mesonero calvo que ocultaba una risa tras las sus manos cayudas.
- A de la venta dice, que gracioso -dijole el mesonero
- ¿Es por ventura que en esta mañana podamos yantar algunas viandas en esta venta? -le dijo el hidalgo al ventero
- Maria, María, ven que te lo estás perdiendo -dijole el mesonero a su mujer. Esta salió casi al instante con su escoba en la mano, una risa circunfleja en la cara y preguntando -¿Que ha dicho, que ha dicho?
- Que si puede yantar dice, que caxondo -contestole el mesonero
- ¡Ay, que no lo he oido, dile que lo diga otra vez, esposo mío! -dijole al mesonero la mesonera consorte.
- Calla, calla, a ver que dice -dijola el mesonero
Como el ingenioso hidalgo comenzara a amoscarse, quiso intervenir Fabriquin, mas como era Lelo no supo que decir y se quedose farfullando incojerencias y desequilibrios. Y ya las chanzas fueron a tan alto grado que rompió a reir la moza que limpiaba las mesas, y tras ella la mujer del mesonero y hasta el mesonero mesmo.
Et viendo que todos regocijabanse de tan alto grado, dijoles el ingenioso hidalgo
-Miren vuesas mercés, que en habiendo sido la hora crepuscular et el tiempo de comer llegado, es menester que nos sean fritos unos huevos con puntillitas para que el cuerpo humano español repongase del ayuno y podamos proseguir con nuestra tarea, de tal manera que en llegando la hora nona sea el momento de cenar et de sopar en la sopera.
Cayose el mesonero al suelo de la risa et a la moza que limpiaba las mesas diole un hipo. La mujer del mesonero se habia ido del punto en un rincón et yacia de cuclillas.
-La madre que lo parió -farfullaba la insensata.
Dijole don Quixote a Fabriquín en una aparte:
- Cosa de encantamientos es esta, Fabriquin, que en habiendo pedido algo de yantar ya ves como se ríen y no nos sirven. Por ventura me malicio que algun malvado enemigo haya ejecutado un sortilegio y estos pobres no sean capaces de discernir lo que en verdad les acontece.
- Ay, que me meo -dijo la fregona
- Ja ja ja -dijo la mujer del mesonero, sentandose en el suelo.
- ¿Y si nos fueramos yendo, maese hidalgo? -dijo Fabriquín.
Recogieron sus jamelgos et pusieronse en marcha. Y al poco, en otra venta se comieron un macpollo.
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