jueves, 2 de abril de 2015

Las andanzas y desventuras de Don José Luis Gil y Don Mariano Poya

PARTE PRIMATE DE TALES FAZAÑAS.



Contábase por ventura en los antiquísimos anales (no tiene nada que ver con los traseros, haced el favor de no distraerse) de esta villa nuestra y vuestra que hubo en tiempos remotos de gran consternación y rechinar de dientes dos gentiles hombres de rancio abolengo e hirsutas barbas unos y barbilampiños rostros otros, que hicieron gran bien a nuestros antepasados.
Estos tales fijosdalgo pasabanse el día discutiendo y en llegados casternolendas solianse poner en gran acuerdo y facían al final siempre lo mismo de misma manera. Eso sí, sin dejar de discutir.
Hubo en aquellos remotos tiempos un levantamiento de la morisca que se habíase acostado tarde y se pusose chulita. A la sazón gobernaba la Ínsula Barataria del 2ºB (Por favor, no confundir con la otra ínsula que no tenía número ni nada y que un tal Miguel de Nosequé Saavedra sacó en una novelucha de aquellos tiempos. Os lo pido por favor. Que para una vez que os pido algo ya me podíais hacer un poco más de caso) el apuesto Jeque Remigio Jamalajá (padre de Abdú Jamalajá, que tan importante papel jugó en la vida de Don Sisebuto Pechopollo, héroe preclaro de la antiguanza)
Tomaron parte en el conciliábulo de los grandes héroes que debían decidir el destino de la humanidad y tomó la palabra Don José Luis Gil et dixo con grandes sonetos que si la tierra es del viento y la paz es de los corazones, lo mejor es no hacer la guerra. Que lo conveniente es rendirse y no luchar para así no hacer daño a nadie y promover el amor y que todos cuenten las nubes.
Saltó airado en este punto Don Mariano Poya y con grandes alharacas exclamó que no estaba de acuerdo, ni mucho menos.
Que había que hacer frente a tales amenazas, pero en otro momento. Que lo mejor ahora era no luchar y rendirse. Que ya se cansarían de matar y robar los infieles y se huirían aburridos  más adelante. No era conveniente precipitarse y malgastar esfuerzos y recursos que podían ser necesarios en más adelantes tiempos.
Tomó la palabra el adelantado de la Siguenza (que en aquellos tiempos se escribía sin diéresis ni nada) y les dijo:
- Caballeros Gil y Poya, haced el favor de salir, que vamos a hablar unas cosas muy importantes y muy escandalosas y no es menester que os enredéis en disquisiciones y tonterías. Ahora mismico os avisamos para que volváis a entrar, en un momento.
Y cuando salieron atrancaron la puerta y ya no los dejaron entrar otra vez.


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