Como quedó visto en la anterior entrega de la vida de este apasionante mecenas del conocimiento humano, el doctor Carahuevo dejó sus trabajos en el área de la cirugía.
Por esas fechas, un mequetrefe llamado Darwin había postulado una original teoría sobre que unas especies descienden de otras, y que todos los seres vivos estaban emparentados. Esta teoría había causado un gran revuelo en el mundo académico. Algunos eminentes sabios la rechazaban de plano, al grito de "¿Pos no ves que no?", otros solo en parte, como el profesor de 3º de EGB del colegio mixto de Jamón y Queso, Don Peonio Cuatroquesos, que había exclamado "Ahora entiendo porque le veía cara de grulla a mi prometida, debe estar emparentada" o el eminente sabio Don Pepe García O'Hara, que había aprovechado para casarse con una gallina ponedora muy buena que tenía y reclamar todos los huevos que pudiera poner en el futuro.
La comunidad en general aceptó la teoría del nuevo científico, que llegaría a ser conocido posteriormente como un naturalista muy destacado.
Hay que hacer un inciso y aclarar que, hoy en día, naturalista y naturista no son lo mismo. Mientras que unos cazan mariposas los otros andan en bolas todo el día, menos cuando hace frío, que se dan de baja.
Para ser naturalista solo hace falta llevar gafas y decir coleóptero sin tartamudear. Para ser naturista hay que pasar un examen de aptitud.
Don Pánfilo fue muy reacio al principio. Hizo algunos estudios por su cuenta al respecto. Según su biógrafo, a quien ya hemos mencionado en anteriores ocasiones, Don Pascualino del Abedul, Pasó toda una tarde en el registro civil de la provincia buscando esas trazas de familiaridad entre especies. Parece ser que encontró a un tal Severino Piedrapómez Corneja, que parecía ser descendiente de los Corneja de toda la vida. Abrumado por el hallazgo, siguió escarbando en los archivos más antiguos y encontrando cada vez más muestras de esa consanguinidad entre especies. Las pruebas mas tajantes fueron las mas antiguas, como es natural. Así, se dio con los registros de Pedro Picapiedra Diplodocos y de Pablo Mármol Tiranosaurio (Ambos nombres sería plagiados con posterioridad por una productora de dibujos animados en un intento pueril de dar verosimilitud a una serie infantil que tendría un cierto éxito) descendientes ambos de los Diplodocos y los Tiranosaurio de la comarca.
Aceptada la nueva teoría por nuestro insigne hombre de ciencia, lo hizo público en su celebre discurso "De la psique a los calcetines de lana" ante la academia de Ciencias de París.
La tarea que se planteaba ahora ante la comunidad científica era ardua.
¿Como iban a quedar clasificadas las especies?
La primera propuesta la hizo el profesor de historia comparada de la Universidad Complutense de Nueva York, Mr Jenny Mytaylorisrich. "Es muy sencillo..." -dijo- "...por un lado estoy yo, y por otro el resto del mundo, que no me llegáis ni a la suela del zapato, panda de haraganes"
Siguieron diversas propuestas más, las mas interesantes son estas que a continuación indico:
El profesor Ivanovich Petrochenko, de la Universidad Complutense de Kiev, que habló de especies que se mueven y de especies que no. Fue un principio. Por un lado estarían los minerales y las plantas y por otro los demás seres. Dio lugar a la polémica de que serían entones los fósiles y en que parte de la evolución deberían quedar los insectos palo.
Además, por esa época, el profesor de huevología (disciplina que ya no existe) Mesié Fransuá de la Roquefort había encontrado el fosil de un huevo gigante y había afirmado con rotundidad que todos los pájaros del mundo descendían del mismo. Lo había llamado Huevosaurio del Katmandú.
Los científicos no lo apoyaban. Aducían que no tenía alas, ni patas, ni boca, ni más cosas que más tarde o más temprano le harían falta para vivir. El profesor de la Roquefort argüía que seguramente no necesitara alas, ya que era capaz de levitar, ni patas, porque pudiendo levitar, ¿para qué andar?, que seguramente no necesitara boca porque absorbía los alimentos por ósmosis cósmica y que por la misma causa no precisara ni fosas nasales ni ano ni orejas ni ombligo. Aquí hallaba la prueba de peso de su teoría, ¡¡Ningún pájaro en el mundo tiene tampoco ombligo!!
El profesor Rigoberto Ándale Ándale, de la Universidad Pontificia de Jalisco propuso clasificar los seres en freibles, asables e incomestibles. Así, las patatas serían freibles, los corderos asables y las piedras en general incomestibles.
La teoría del profesor Rigoberto era muy ingeniosa, y seguramente muy práctica también. Pero enseguida surgieron los detractores. La Universidad de Miskatonic incluyó rápidamente la espinaca rupestre en el género de los incomestibles, El profesor Guastavo Popeye de la Universidad de Praga protestó de forma enérgica y tuvo que intervenir el sumo pontífice.
Luego surgió la controversia de la sardina, ¿Es freible?, ¿es asable?
Y por supuesto, la nefasta receta que hizo pública Mesié Críspulo Guá por esas fechas "Crema de Amianto rebozada a las finas hierbas, con esencia de nitrógeno al caramelo de feldespato"
La división del profesor Ándale cae en el olvido.
El profesor emérito de la Universidad emérita de Cambridge, Mister John Protozoo propone una división mucho mas razonada, y en escalas. Así, estarían, los hombres, los animales, los bichos, los monstruos y los pedruscos.
Los hombres quedarían a su vez divididos en cinco categorías. A saber:
Tíos peludos, mariquitillas, tías buenas, tías del montón y el kioskero de la calle de atrás (a quien insiste en llamar el eslabón perdido)
Los animales quedarían divididos en otras tantas categorías:
Animales con pelo, animales sin pelos, pajaros de jaula, pajaros que no se pueden meter en jaulas, peces y marisco.
Entre el marisco incluye al cocodrilo y a una tía suya con la que parece que se llevaba muy mal.
Los bichos se dividirían en:
Los que dan mucho asco y los que dan asco a secas.
Los monstruos los clasificó en:
Los monstruos de los lagos Ness, Frankenstein, vampiros, hombres lobos, momias, zombies y otra tía suya muy fea.
Los pedruscos los clasificó por colores.
El profesor Wunter Volkswagen de la universidad de Berlinburgo propone, basándose en los anteriores trabajos de sus colegas una clasificación mucho más racionalista.
Divide a los seres en Repúblicas, estas es cantones, estas otras en provincias, y asi hasta poner nombre y apellidos a cada especimen.
Lo pasa mal cuando lleva su racionalización a las hormigas. Acaba liándose y poniendo el mismo nombre y apellido a tres mil de ellas. Es el descrédito inmediato.
Sin embargo su método parece ser mas sensato que la mayoría y al poco tiempo, el insigne Vate de la orquesta filantrópica de Valdemoro, Don Yamamoto García lo vuelve a presentar a la comunidad científica.
Ha cambiado la división de Repúblicas en Reinos, para disimular. Y luego habla de clase, orden, familias...
La comunidad científica lo contempla con arrobo. Mister Crispín O'Hara, siempre tan crítico con todo lo que sobrepase la ortodoxia no se pronuncia.
El profesor Carahuevo va más allá y dice que la clasificación del Vate García es muy chula. Que por supuesto que hay que pulirla un poco, pero que es una base sobre la que trabajar muy adecuada.
Da así por concluida su etapa de naturalista y como llegaba el buen tiempo se fue a la playa con María de la Pirindola, ¡¡¡que estaba mas blanca...!!!
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