miércoles, 18 de septiembre de 2013

La leyenda del pirata Malvado

Se llamó Alberto Fernando Malvado Tres. Su padre era protagonista de Culebrones y su madre actuaba de fantasma en una casa encantada de mucho postín.
A los pocos años de nacer empezó a crecer y cuando tuvo cierta edad se hizo aprendiz de pirata por correspondencia. Eran tiempos remotos.
Un 16 de Septiembre de 1673 (como todos ustedes saben, ese año hubo varios 16 de Septiembre, nos referimos al tercero) reunió sus miseros ahorros y se compró un bajel de madera, de esos que había antes. Era madera buena. Le puso de nombre "Barco pirata" y se hizo a la mar (o la mar se hizo... bueno, uno de los dos supuestos).





El 17 de Septiembre avista la costa de Pomerania y el 18 ataca al sardinero de altura "Buenas tardes". El 19 lo vuelve a atacar y el 20 lo captura.
Su tripulación y él mismo están comiendo sardinas en escabeche hasta el 21 de Septiembre, en que hartos de su dieta, parten a la búsqueda de algún buque jamonero o solomillero. Pero no lo hallan.
 En cambio, se dan de bruces con el Galeon español "Nuestra señora de la Pachamama", que solía venir cargado de oro, joyas, diamantes y tesoros de las Américas (Como ustedes saben entonces había 35 Américas, todas apelotonadas en un islote, nos referimos a la mas occipital de ellas) al continente europeo.. Se entabla un combate monstruoso, épico y gigantesco hasta que el "Barco Pirata" se queda sin balas y pide tiempo muerto. Sin embargo, el galeón llegaba tarde y no se lo concede. El Capitán Malvado les saca la lengua desde la sotavara y los amenaza con terrible acento:
- "Arrieritos somos"
- "Gilipollas" -le contestan desde "Nuestra señora de la Pachamama".
 Interviene el capellán de abordo y manda a rezar al marinero que ha insultado tan mezquinamente a los piratas.





 De regreso a puerto, ordena que se compren balas de cañón "Como pa una boda" y se van a comer huevos fritos. Sin embargo, la tragedia acecha y esa misma noche el condestable del puerto, por orden del rey, manda elevar los impuestos palmo y medio. Estalla el motín de los huevos fritos y el puerto es incendiado. Malvado logra escapar ileso. Pero toda su ropa estaba en la lavandería y su jubón de abordajear esta manchado de huevo. Pronuncia estas palabras antes de partir, que a la postre han de resultar proféticas:
- ¡En el mundo y en el mundo!. ¡Hay que joderse!





El 22 de Septiembre no se dan de bruces contra nada y el 24 tampoco (ese año no se celebró el 23 de Septiembre por incomparecencia del senado)
 El 25 encuentran flotando en el mar a un naufrago con patillas. El naufrago no tiene nombre y les habla de la isla de las sirenas y de las hazañas del capitán pirata Halagoso y su mezquina treta de mandar a su tripulación a cubierta a sonreír y a saludar así con la manita antes de atacar con ferocidad a sus víctimas.
Malvado queda encantado con la añagaza y decide mejorarla. El 26 se tropiezan con una fragata de guerra de Finlandia del norte y ordena que toda su tripulación, desde la cubierta, les muestran sus orondos traseros a los finlandeses en señal de amistad  y buenas intenciones. Sin embargo debe haber un malentendido en alguna parte porque estos mandan abrir fuego (abrir y cerrar, abrir y cerrar y así todo el rato) con muy mala intención. Malvado ordena virar a babor y arriar la sotavara. Consigue escapar por muy poco. El barco ha quedado estropeado y un poco sucio, la tripulación desmoralizada y el orgullo de Malvado herido. Su jubon con manchas de huevo y los traseros de su tripulación serán motivo de chanza y befa en los puertos piratas durante mucho tiempo (ayer mismo oí ruborizado yo una alusión vespertina a los piratas calaculo).
 Transcurren varias semanas y se van de vacaciones. A la vuelta, el condestable ha ordenado subir las tasas otro palmo. Estalla el motín de alta mar, al que no acudió nadie y a Malvado se le cae un diente. Esa noche, tembloroso y compungido, mete el dientecito bajo la almohada y espera al ratoncito Pérez. Este no se presenta y el capitán, harto de la situación y presa de un enojo estruendoso, manda virar a estribor, izar los cabestrantes y achicar la menor.
El 27 avistan al bajel "La flor de la Canela" e intentan cañonearlo. Pero con tan mala puntería que le dan a un guardia en un ojo y este les pone una multa.
El 28 se dan de bruces contra un portaaviones que ha salido de una nube radiactiva y lo atacan con denuedo. El portaaviones se defiende como puede, pero Malvado esta muy enfadado y no tiene piedad. Captura el barco y lo remolca a la isla de las conservas, donde lo malvende al peso por unos miserables cuatro mil millones de doblones de oro y una pata de cordero en su punto.





Se queda con el dinero y la pata de cordero y comparte la emoción y la gratitud con su tripulación, que no terminan de estar muy de acuerdo.
Hubiera estallado un motín si no fuera por la gracia que tenia Malvado para contar chistes y al hecho de que se ha cambiado el jubón por uno limpio y sus hombres no lo reconocen. Se fuga con las miserables ganancias y se compra un cofre para guardar tesoros y un mapa del tesoro en blanco.

Y aquí comienza la parte de la leyenda. Porque del Capitán Malvado a partir de ese momento apenas se sabe nada mas. Se rumorea que se compro un rancho en Grazalema y se casó con una bella señorita llamada Margareth Ohara. Que tuvo varios hijos y que aprendió a beber en porrón. Que bailaba las bachatas y las sevillanas mezcladas y que hacia trampas al mus.
Hay quien por contra dice que se compro una heredad en Grazalema y se caso con una joven llamada Margarite Ojalá. Que tuvo algunos vastagos y que no podía estar mas de media hora sin comer huevos fritos...
Lo único cierto es que escondió el tesoro fruto de sus correrías en algún ignoto lugar y que el mapa lo escondió tan bien, tan bien.. que nadie sabe donde esta.

jueves, 12 de septiembre de 2013

La enfermera Melocotona

Anatomia de Susodicho. Capitulo 2.

En los capítulos anteriores...
Pero no seáis vagos y leerlo, que lo tenéis ahí mismo. Donde pone Anatomía de Susodicho. Capitulo 1. ¡¡Vamos y vamos!!

La enfermera echóse las manos a las bocas y no encontrando mas que una se complugo y lloró. Tomó su toalla y fue a chivarse al director supremo de bocas y narices.
Se presentó ante él y le dijo:
- HHHH....hhhh....hhhh...hhhh.
El director, hombre campechano y muy delgado la miró compungido y haciendo un esfuerzo titánico le respondió:
- Gggggg...gggg...eeehggg
 Pero no hubo comunicación y quedó sin poder chivarse. Como no era una mujer que se amilanara ante las adversidades decidió quitarse ella sola las suturas de todas las bocas y eso hizo.
Se coló en un quirófano que estaban pintando mientras los pintores discutían de fútbol y sin cloroformarse ni nada, se operó ella sola. Como no era una cirujana de estas buenas, buenas, se extirpó la boca y luego le quito los puntos, pero hete aquí que al volver a implantársela se le torció la mano porque se había colado una mosca en el quirófano y le quedo la boca torcidita. Así, como si hiciera un mohín picaruelo.



Al día siguiente se vieron. Susodicho se había pasado toda la noche estudiando el manual del Doctor Mayflower para hacer huesos de pladur y estaba algo cansado. La vió en el pasillo y algo en su interior se revolvió. Su manera de sonreirle, su manera de mascar chicle haciendo que sus orejas se movieran al compás...Era tan adorable... Decidió que la amaba y se fue directo hacia ella para decirselo cuando se interpuso en su camino el Doctor Eleuterio Marcapasos. Teniente Coronel médico que estaba de becario en el hospital.
- Hola -le dijo el doctor Marcapasos a ella.
- Oh, -dijo ella al doctor Marcapasos- hola, doctor.
- Es que yo... -dijo Susodicho a ella.
- Luze usted muy linda esta mañana -dijo el doctor Marcapasos a ella.
- Oh, -dijo ella al doctor Marcapasos- es usted tan amable.
- Es que como yo... -dijo Susodicho a él.
- Me he permitido la libertad de traerle estas flores, -dijo el doctor Marcapasos tendiéndole un ramo de flores que llevaba en el bolsillo de la bata a ella- no son tan bellas como usted, pero espero que le gusten...
- Oh, -dijo ella tomándole las flores al doctor Marcapasos- ¡Son tan bellas!
- Ni la mitad de lindas que usted... -dijo el doctor Marcapasos a ella, y aprovechando la coyuntura la besó (a ella). Ello lo besó (al doctor Marcapasos) también y Susodicho, que estaba a punto de decir algo se fue a operar mientras terminaban de besarse. Ya le declararía su amor mas tarde.

Ese día le asignaron 17 operaciones, todas de cambio de sexo a un sujeto muy indeciso. Como no le iba a dar tiempo ni merendar ni nada le pusieron una enfermera para que lo ayudara. Era una chica de piel blanquecina que solo trabajaba de noche, tenia colmillos puntiagudos y cuando la mandaban a buscar sangre tardaba mas de la cuenta y solía volver sin la sangre y mareada. Se llamaba Clodovilde Melocotona Macintós, y estaba como un queso (ver muestrario de quesos).
- Bisturí -pidió Susodicho.
Ella le dió un bisturí.
-Pinzas -pidió Susodicho.
Ella le dió las pinzas.
- No, de estas no, de las de la ropa, para aguantar los pellejos -le explicó el lozano cirujano.
- Perdone doctor, -dijo la enfermera- pero como estoy tan buena...
- Algodón -pidió- gasas, bastoncitos para los oídos, agua oxigenada, sutura,escapulario, serrucho...
 Y cada vez que él pedía algo, ella se lo daba. Al principio no, pero luego, poco a poco él se fue fijando en tamaña devoción y sintió como le complacía. Y sin darse cuenta le pidió:
- Su numero de teléfono
Y ella se lo dió.



Esa misma noche fue a llamarla, pero le dió vergüenza y le mandó un whasap diciéndole "Hola". Ella no le contestó y al día siguiente lo abofeteó en el pasillo de los encuentros y lo llamó descarado.
La bofetada afectó a un pelillo rebelde de la barba y se lo metió para dentro. Hubo que operarlo de urgencia y el único que cirujano que había disponible era el doctor marcapasos. Lo asistió en su operación la enfermera pelirroja y rebelde, que con su sonrisa picaruela solía llevar por la calle de la amargura a la mitad de los hombres del hospital.
La operación transcurrió con normalidad; El primer cuarto de forma previsible, el anestesista salió a saludar y el encargado de los bisturís recibió la bronca del cirujano por no tenerlos bien afilados.
Durante el segundo cuarto un internista de postrado contó un chiste y la enfermera pelirroja le guiñó un ojo (de los dos que tenia, el de mas a la derecha) al cirujano jefe.
En el tercer cuarto se cayó de sueño una de las auxiliares y la enfermera pelirroja se morreó con el doctor Marcapasos y luego se lo tiró.
En el cuarto cuarto se acabó la operación y el cirujano jefe le dijo a Susodicho mientras le ofrecía un pitillo.
- Creo que ha ido bastante bien. No va usted a perder ninguna de las cejas y además puede que se pueda volver a afeitar algún día de estos, pero eso si, procure que no le vea nadie.
-Es que yo... -le contesto Susodicho mientras buscaba como darle cuerda al cigarrillo para que echara humo- ...lo de afeitarme...yo...no se si...afeitarme... yo...
Lo trasladaron a una habitación donde un obispo convalecía después de una caída desde el púlpito.
El obispo era muy malhablado y padecía además de soriasis en el epigastrio, lo cual le daba muy mal aliento y un carácter muy agrio.
El obispo se llamaba Sueminencia Pérez (No tenia segundo apellido en muestra de humildad) y cantaba en la ducha y era grato a sus oídos el sonido de la brocha al pintar una pared de azul. El sonido al pintar una pared de verde no le desagradaba y le parecía una cacofonía horrorosa si el color elegido era el rojo.




- Preclaro prócer de la cristiandad -aunció la enfermera encargada de las presentaciones- este es el cirujano emérito Don Suso Dicho.
- A los pies de su eminencia -saludó Susodicho.
- Me cago en tu puta madre -le contestó el bendito hombre de Dios con una sonrisa.
En estos tramites estaban cuando apareció la enfermera Melocotona con una bandeja llena de cosas de operar y se la tendió a Susodicho.
-Ten -le dijo mientras se la tendía (la bandeja) sin poder evitar que una lágrima le corriera por su mejilla.
- Pero es que yo...no...no si... -dijo él.
Ella sintió su protesta como una bofetada y a punto estuvo de ponerse a llorar o a prepara masa para hacer brownings. Y se marchó gimiendo por el pasillo de los llantos.
- Joven imberbe e improductivo -le dijo Sueminencia- esa muchacha lo ama a usted. No me explico por qué, porque la moza se parece mucho a la pagina 17 del muestrario de quesos y usted es feo con una avaricia monstruosa. Amen de parecerse en exceso al dibujo de una mierda que hizo una vez mi sobrino en la guardería.
- Es que yo... -le agradeció Susodicho.
- ¡Que me dejes, pesao! -le contestó el bendito hombre de Dios.

Esa noche el teléfono de Susodicho hizo tiroliro y le mostró un whasap de la enfermera Melocona. era este.
"Amado doctor cirujano mio. Lo amo a usted de una forma desusada y sincopática. La primera vez que lo vi y luego la segunda. Es usted. Señor mio. Lléveme a bailar y a comer chistorra con bechamel. Y si nuestro amor es imposible me quitaré la vida, pero ya mas tarde."

Al día siguiente, muy temprano, nuestro héroe se levantó a orinar y al regresar a la cama se encontró con que lo habían excomulgado y además le habían dado el alta. No pudo volver a acostarse y se despidió del pijama que había llevado desde hacia ya tantos años...



Lo convocaron para extirparle el ombligo a una señora de Chamberí que sentía molestias al ponerse de cuclillas en un butacón forrado de flores muy feo que tenia en su casa.
La operación transcurrió con normalidad. La enfermera Melocotona le pasaba todo lo que él, con ojos enamorados le pedía. La señora de Chamberí leía una revista antigua que había por allí, el anestesista contaba sus vacaciones en las Barbados...cuando de repente...entre el duodeno y el duonono apareció un pergamino enrollado y lacrado. Gran espectación en la sala de operaciones. Susodicho tomó el rollo y lo abrió. Era un mapa muy antiguo y en lo mas alto (en la parte de arriba) ponía (con letras) "Mapa del tesoro del pirata Malvado"

Continuará...

miércoles, 4 de septiembre de 2013

La verdadera historia de Robin de la pradera

Susodicho Corporation, profesor emérito de historia antigua; Doctor Honoris Causa en cotilleos de la antiguanza y Gran Maestre de la orden del Treintaysiete, por el culo te la hinco; dejándose llevar por la fiebre patria ante las afrentas que los malvados bretanicos del imperio de Gibrartar están haciendo ante sus sufridos compatriotas, quiere desde este púlpito denunciar otro robo histórico de dimensiones apoteósicas.  Queremos denunciar, todos los aquí reunidos, la apropiación fraudulenta y malvada de la figura de Mariano Conlamano Lamparón, mas conocido entre sus coetáneos como "Mariano Joo", "Robines de la pradera" y "El tonto ese de Grazalema." Hombre valiente y leal, héroe de la España profunda y medieval, que no estuvo nunca en Sherwood, ni se parecía a Kevin Costner ni nada.
Esta es su verdadera historia.



 Nació un 29 de Agosto de 1333 en el hogar paterno. Fue parido por su madre. Y su padre como no pudo fumarse un puro se fumo un dedo (el de sacarse mocos a escondidas).
Hijo de D. José María Conlamano Mireustez (el padre) y de Doña. Mela Lamparón Colesterol (la madre) tuvo una hermana, Mela, que era tontita y que matrimonió cuando tuvo edad con D. Arenisco Garras Gorras. (Fruto de esta unión nacieron dos niñas, Mela y Tela, la primera llego a inscribir su nombre en los anales de la historia y aun hoy en día se la oye nombrar a menudo)
Vivían en la calle de los espaderos. Su padre tenia un taller de "Robines et óxidos" gracias al cual vivían entre grandes boatos y parabienes y pasaban una hambre horrorosa. Su madre, que era mujer piadosa y circunspecta se fue un dia con un trovador muy simpático a misa de nueve y no volvió.
Su padre se hizo fuerte en aritmética ante la obsesión de su santa esposa por la misa de nueve y se dedicó al estudio de los robines. Llegó a destacar tanto en su ciencia que quebró el negocio y los echaron a la puta calle. Nuestro héroe, que a la sazón ya había cumplido los treinta años se compró un carretón y se fue de pueblo en pueblo a intentar ganarse la vida con lo que su padre le había enseñado.
 ¡¡¡El enrobinador!!! -anunciaba al entrar en los pueblos- ¡¡¡Se enrobinan espadas, cuchillos, tijeras...!!! ¡¡¡El enrobinador!!!!
 Como era muy constante y trabajador, al cabo de pocos años llegó a enrobinar unas tijeras a una señora que estaba distraida. Las mujeres de los pueblos hacían cola al verle llegar. Hacían cola para reírse de él y llamarle Gil y Poyas (en esa epoca la palabra gilipollas no se había inventado y la gente era muy correcta) Fue a tanto su fama que el condestable del reino llegó a tomar cartas en el asunto e intervino de forma artera y occipital.
-"A veg, ¿quien ese tal Gobin de la pgadega que hace que el populacho ignogante e ignominioso se gia de él y no pague sus impuestos con aleggia?"



Un inciso en nuestro relato, el Condestable al que nos referimos era D. Cristóbal Dameloquelleves Pérez, vizconde de Montoro. Ceceaba algunos dias y otros se le trababa el frenillo (el de la lengua), a veces hablaba tosiendo y a veces no, tenia risilla de conejo y no pasó a la historia por tonto. Tuvo un descendiente que llegó a ministro...pero esa es otra historia

- No lo sabemos eminencia. Le llaman el Robines de la pradera y se sabe que viene de Grazalema, que su padre era un experto en óxidos y que su madre está en misa de nueve, que tiene una hermana que es tontita y que sus sobrinas darán que hablar, pero nada mas, eminencia.
- Jejejeje -dijo entre risas de conejillo de indias orientales- jijiji -recalcó malévolo- ¡Enceggadlo, enceggadlo!

Y así se hizo. Un 29 de Agosto fue requerido a presentarse ante el sargento de los lanceros de Aznazcollar. Mariano, haciendo uso de un manejo magistral de los tiempos, se presentó ante el citado sargento, que se llamaba Alfredo Punto Pé y que con el correr de los años llegaría a sargento primero, y fue detenido. Ante tamaña felonía, nuestro héroe protestó de forma contundente:
-¡¡¡Jooooo!!!
Don Alfredo se sintió compungido y le dio explicaciones a Don Mariano
- Es...es...es que lo ha manda...da...dado el Condestable.
Mariano lo miró fijamente con esos ojos garzos que tanto dieron que hablar después y haciendo uso de un magistral control de los tiempos le espetó:
- ¡¡¡Joooo!!!
Alfredo quedó desarmado y cayó de rodillas, no podía hacer nada ante una muestra de logica de tan magna enjundia.

Y asi, Mariano huye. Corre por los campos empujando su carretón y recorre viñas y secarrales, campillos y campetes hasta que llega a la Pradera del Prado (Ver mapa). Allí conoce a una banda de ladronzuelos que estaban aburridos y que le proponen que sea su jefe. Mariano accede, y así comienza la leyenda.
En este punto es muy difícil separar lo histórico de lo anecdótico y de lo legendario. Parece demostrado que entre los miembros de su banda estaban "El Barcenas", "El Toxo", "El Cándido", "El Bamby".
Parece demostrado también que cometen atracos, desfalcos, robos, estafas, timos, raterías y otras menudencias.
Se dice, pero no es rigurosamente cierto que se tiraron un pedo en misa y que en cierta ocasión quisieron repetir postre en una boda. Se les atribuyen otros crímenes como que le sisaran las vueltas de la compra a Manolito Monolito, aunque ciertos estudiosos tienden a opinar que el niño se gastó las vueltas en golosinas y quiso echarle las culpa a estos benefactores de la humanidad.



Sea como fuere, el caso es que la fama de sus portentos llega a oídos de D. Cristobal Dameloquelleves, que había venido de sus vacaciones sin haber conseguido broncearse, y que en esa ocasión estaba mas ocurrente que de costumbre.

-Jeejeejee -dijo el preclaro procer- ¿ha pagado sus impuestos? ¿Ehhh? ¿Ha pagado? ¿Ha pagado?
- No -contestóle el diacono- No ha pagado, eminencia. ¿me da un duro?
- Pues que lo encieggen, que lo encieggen -bramó el condestable.

Y así. Un 29 de Agosto, Don Polvorroso del Piamonte, mercenario al servicio de la corona y la coronita (cerveza sosita) y sus huestes aguerridas se presentaron en la Pradera del prado (ver mapa) dispuestos a capturar y detener a D. Mariano de la Pradera y su banda de alegres maleantes.
Las espadas estaban en alto. La cristiandad y algunos infieles quedan pendientes de los acontecimientos. Pero hete aquí que el genio estrategico de D. Mariano y su control magistral de los tiempos interviene en la partida y los alegres camaradas de la pradera (como ya se los empezaba a llamar) quedan pendientes de las ordenes de su líder y son apresados y llevados a presencia del condestable. Durante la redada estornuda Severino Frenteperlada, y este hecho nimio serviría de pretexto para que trescientos años después Don Fernandito Mocoseco le compre a su hijo Emeterio un Excalectric.
Llevados a presencia del Condestable tienen que esperar varias horas mientras este depone con denuedo y sudores fríos. Durante la espera, Mariano mira con ojos fijos al guardia que los guardiaba y le espeta de sopetón:
- "Joooooo!
El guardia baja la cabeza mohíno y cariacontecido. Interviene "el Toxo".
- "Te parecera bonito"
El guardia se avergüenza, "el Bárcenas" pone su granito de arena
- "Vamos que..."
Y ya todos abroncan al servidor del Condestable
- "'¡Que vergüenza!"
- ¡Hacerle esto a estos pobres!
- ¿Has llamado a tu madre? Que hace ya mucho que no la llamas
- ¡¡Pero mírame cuando te hablo!!
- ¿Me das un duro?
El guardia está a punto de ceder y dejarlos en libertad cuando se oyó con voz fuerte y clara un grito desde el pasillo
- ¡¡¡¡PAAAPEEEL!!!!



Y así, envuelto en olor a santidad aparece el magnifico condestable del reino. Loas y Boatos para él.
- Jejejejeje, je je je je, ¿Es este el famoso Magiano de la pgadega? -inquiere con su gracejo habitual con Cristóbal.
- No, debe haber un error, oiga ustez, yo me llamo Mariano Conlamano, ese señor que ustez dice debe ser otro, porque yo, mire ustez -aduce cargado de razón nuestro héroe mientras saca la cédula que lo identifica ante el rey y la reina- mire, aquí, ¿ve? donde pone nombre, que pone Mariano con R de Mariano, que no pone Magiano...
- ¡¡Basta!! -Gritó con desafuero el insigne benefactor de la humanidad, honra y prez de este valle de lágrimas (ver mapa)- Vos sois ese tal Gobin de la pgadega que no paga impuestos y que además asusta a las gallinas del pgado.
Hizose el silencio, un silencio sepulcral de doble vuelta con tirabuzón. ¡Que silencio tan recio se hizo!
- Pero es que yo... -intentó aducir "el Cándido", pero sus compañeros le obligan a callarse entre codazos arteros, pues nuestro heroe estaba mirando con fijeza a Don Cristóbal.
El lo mira a él. El le devuelve la mirada (a él, se entiende). Miranse ambos y no tienen nada que decirse. El Condestable comprende su error y postrándose de hinojos hipa como puede un perdón. Don Mariano, le dice que bueno, que vale y se marchan todos, ahítos y contentos a una casita que tenia luces rojas y estaba al borde de la carretera de Grazalema (igual sigue ahí y todo), que regentaban una pobres mozas a las que los alegres compañeros solian dar casi todas las ganancias de sus andanzas.



 Y esa fue la verdadera historia del insigne Don Mariano, el robines de la pradera. Luego vinieron los ingleses y se apropiaron del personaje y que si tal y si cual.