Aquella noche mi amigo estaba especialmente charlatán. Me había citado sin darme demasiadas explicaciones "a eso de las nueve y donde tú ya sabes".
Alrededor de las nueve y cuarto me volvió a llamar para preguntarme donde era el sitio, porque él se había ido al kiosko del parque donde este verano nos habíamos tomado las cervezas por las tardes y estaba ya cerrado.
Me habló de lo divino y de lo humano. Con lo divino no se entretuvo demasiado, porque había discutido de forma más que exabrúptica con el cónsul del reverendo del obispado. Su conversación sobre la parte mundana de los seres más o menos humanos, como siempre, consiguió que me olvidara de mis muchísimos problemas medioambientales.
¿Sabes? -Me dijo de pronto- Hace tiempo que no te cuento ninguno de mis muchísimos casos. Pues hoy, por ser unas fechas tan señaladas, te voy a contar uno. Pa que veas.
Y esto fue lo que me contó aquella noche:
Serían alrededor de las cuatro de la tarde de aquel jueves cinco de Noviembre cuando su secretaria le informó de que había una señora que insistía en verlo.
La señora resultó ser una rubia platino de proporciones perfectas...(en este punto interrumpí a mi amigo para preguntarle si estaba seguro de que la señora era de esa tal tesitura y él me aseguró que de tal forma era la susodicha clienta. Además, puntualizó lleno de santísima congoja, se llamaba Marisa)...de unos treinta y pocos años y de ojos garzos y verdesísimos...(En este punto insistí en querer saber si estaba seguro de lo que decía y mi amigo se reafirmó en sus afirmaciones. Además, lleno de convicción me aseguró que se llamaba de primer apellido Gutierrez)...que se sentó delante de su mesa y le dijo:
- Buenas tardes.
Mi amigo, que podrá parecer un buen montón de cosas, es, sin embargo, un hombre muy educado y le contestó con otro exquisito:
- Buenas tardes.
La señora no se anduvo ya con más remilgos y le dijo:
- Me llamo Marisa Gutierrez y quiero que investigue un caso de mucho misterio.
- Buenas tardes -Insistió mi amigo dejando claro ya que él era mucho más que un hombre educado.
- El caso de mucho misterio es de que la otra noche cuando volvía de misa de ocho un desconocido que se llama Enrique Pérez García y que es auxiliar de farmacia de la esquina de mi calle me abordó de forma inopinada y me dio este sobre manuscrito. Como verá usted, dentro hay un anónimo que pone unas cosas muy misteriosas y que dan mucho que pensar -dijo al tiempo que le tendía al investigador un sobre que acababa de sacar de su bolso.
- Vaya, vaya...a verlo, a verlo, ¿me deja que lo vea? ¿Lo puedo ver? A ver qué pone, a ver qué pone...
El sobre, tal y como había adelantado Doña Marisa Gutiérrez, contenía un manuscrito. El manuscrito decía:
"El buho buha y la marsopa no se lo va a impedir.
Nicanor tenía un bote de remos pero había dejado de fumar.
Si eres más tonta te hubieran convidado a plátanos.
La suma de los elementos de un conjunto no pueden ser esdrújulos aunque lo exiga el santo patrón.
Te vas a enterrar rubia de bote."
- Ummhhhh....esto que pone aquí, esto que pone, Ni Canor tenta un bate...debe ser alguna clave o algo así de mucho misterio.
- No, mire, es que lo está usted leyendo mal. Pone Nicanor.
- ¡¡Nicanor tocando el tambor!! Vale ya está el caso resuelto.
- ¡¡¡¿¿Cómo??!!! ¿Es posible?
- Sí. Yo tenía un amigo que se llamaba Nicanor, que no sabía tocar el tambor y a lo mejor ha dejado de fumar.
- ¿Cómo?
- No, espere, eso no puede ser. Mi amigo es de León y este anónimo no pone que sea de allí.
- Bueno, señor investigador, haga lo que tenga que hacer y resuelva este caso, que luego pasa lo que pasa.
Y la rubia platino se marchó.
Mi amigo llamó a su secretaria entonces y le encargó que lo despertara a eso de las seis, porque Doña Marisa había llegado justo a la hora de la siesta y no era plan de andar luego pegando cabezadas en mitad de un tiroteo.
Cuando se despertó más tarde se vio capaz de darle un enfoque totalmente nuevo al caso que le habían planteado un par de horas antes.
- Verás -me explicó- era una simple ecuación matemática de tercer nivel con un sintagma estructural que hacía un binomio polisintgmático. Ja ja ja, a ti te parece complicado, pero para un hombre con mis recursos memotécnicos es en realidad una fruslería.
Verás, el buho que buha representa un semaforo en rojo y la morsopa es una señora que asomada a su ventana se fija en quien se lo salta...
- ¿Qué me dices?
- Lo que yo te diga. ¿No ves que yo soy un investigador con mucho prestigio? Nicanor con un bote de remos pero que ha dejado de fumar se refiere a alguien que se compró un bote este verano y que ya no va al estanco.
Y ahora viene lo interesante, justo en la esquina de la plaza del alquitrán, hay un semáforo, hay un estanco y una señora muy cotilla que se pasa las horas asomada a la ventana. ¿Asombrado? Pues eso no es nada, porque además, da la casualidad de que cierto cliente de ese mismo estanco se compró una barquita de remos este verano. Ese hombre se llama Nicomedes Gutiérrez.
- ¿Todo eso lo dedujiste solo con echar una siesta?
- Casi. Tuve que ir a hacer algunas averiguaciones, pero no me dirás que la cosa no estaba interesante.
- Hombre, visto desde esa perspectiva...
- Pues lo mejor era lo de los elementos de un conjunto. ¿Tu no te acuerdas de que el ayuntamiento había contratado a un grupo musical para las fiestas del pueblo? Las fiestas del santo patrón, San Nicanor del septimo pisotón. ¿Y que la actuación se suspendió porque la vocalista se había quedado afónica en un karaoke?
- No sé, a mí ya sabes que las cosas del pueblo...
- Pues con esa información me lancé a la calle...
Y esto fue lo que me contó:
Entró en el estanco a comprar cigarrillos con sabor a plátanos, porque no le terminaba de cuadrar lo de que hubieran podido invitar a plátanos a alguien sin que se viera ninguna platanería por las cercanías.
- Cigarritos de plátano no tengo, señorito -le dijo la estanquera- pero puede comprar anguno en la frutería de aquí al lado y fumar muy deprisa mientras se lo come.
El hecho de que hubiera una frutería tan cerca otorgaba un nuevo punto de vista a sus pesquisas. Así que se acercó al tal sitio. Lo primero que vio fue un mostrador, detrás unas tetas y detrás una señora muy fea.
- Buenas tetas, que diga, no, perdón, Buenas tardes. Es que me he distraido porque como ya es jueves y ya ha cantado la alondra.
- Buenas tardes, ¿que se le ofrece, pollo?
- Es que yo soy detective y estoy investigando un caso de mucho misterio. ¿Son de verdad?
- Pues yo no he matado a nadie ni nada. Y además tengo coartada. Y tengo unas naranjas muy ricas también. ¿Quiere llevarse naranjas, pollo? Venga, que se las voy a poner muy bien de precio, están muy ricas. Ya verá como se las come usted a la carrera y se chupa los dedos y todo. ¿Cuanto le pongo?
- No, gracias, señora. Lo que me gustaría saber es donde estaba usted anoche a la hora de salir de misa de ocho...
- ¿Cuanto le pongo? ¿Tres kilitos de naranjas y uno de mandarinas? ¿Ha visto usted que mandarinas más ricas tengo? ¿Ha visto que hermosura de mandarinas? ¿A que dan ganas de adoptarlas de lo ricas que están? ¿A que sí?
- No, gracias. Es que yo no soy de comer naranjas. ¿Tiene usted plátanos con sabor a cigarrillos?
- ¿Cómo? No se de que me habla -Dijo la frutera detrás de sus tetas poniéndose evidentemente nerviosa- eso son habladurías. Eso no se lo que es. Váyase, váyase.
- Vaya, vaya. Esto es muy interesante. Así que usted no sabe nada de lo que le estoy hablando, ¿verdad?
- Está bien, lo confieso. Lo confieso todo. Yo me disfracé de bruja el sábado pasado, que era Halloween. Y me puse un escoque y me maquillé como si fuera guapa. Enseguida se me enamoró el vizconde de Gutiérrez y me invitó a mariscadas y otros manjareces de esa índole. Yo soy buena y casta y pura, pero esa noche, como iba de bruja, fui un poco guarra y a la mañana siguiente, cuando alboreó el gallo y el vizconde me vió al natural ya no me amó ni nada. Se limitó a seguir haciéndome guarrerías hasta la hora nona y luego se marchó. El desánimo y la sinrazón se apropiaron de mi ánimo y víctima de la desazón, me fui a comer chocolates y a llorar mis penas.
- Jo, chocolate, con lo que a mí me gusta...
- Pues se aguanta, que me lo comí yo todo. Luego supe que esa rubia platino de bote de Marisa Gutiérrez era la amante nueva del vizconde y pagué al mequetrefe de la farmacia para que le llevara esa misiva de forma secreta a la señoritinga.
- Con lo que a mí me gusta el chocolate...
- Yo no quería que todo se fuera de su cauce -insistía aun la señora fea.
- Pues si no me vas a dar chocolate, me chivo. Le voy a decir a la señá Marisa que es usted una bruja mala.
- Yo soy buena. Yo soy casta. Yo soy pura. A veces me emputezco un ratico, pero es por el tiempo.
En este punto mi amigo se entristece, se le entrecorta la voz y noto como su mirada pierde la fuerza que siempre lo ha caracterizado. Con apenas ya un soplo de voz me dice:
- Y no me dio chocolate, la hija de puta.
domingo, 15 de noviembre de 2015
lunes, 22 de junio de 2015
Los escritores malditos I. Los poetas
Vamos a dar comienzo hoy, por gentileza del "Gabinet of scrittors maldits of the eminent proffesor Susodicho Smitsonian", a una serie de clases magistrales sobre uno de los géneros más controvertidos de la literatura universal.
Se llaman escritores malditos a todos aquellos escritores que han tocado temas que se consideraban politicamente incorrectos, de mal gusto, inconexos con la realidad, excesivamente cursis o que escribían con faltas de ortografía.
Hoy, por ser el día que es (lunes) vamos a empezar a hablar de los poetas malditos, y más concretamente de:
Don Fewderico Picosquina, Vate.
Sus padres lo bautizaron como Federico García. Cambió su nombre cuando se consideró mayor de edad debido a ciertas deudas de juego. De pequeño le llamaban Federiquín y le daban cocotazos.
Fue compañero de colegio de Gustavo Adolfo Becquer, a quien guardó ojeriza el resto de sus días. Parece ser que esa rivalidad comenzó cuando eligieron delegado de clase en cuarto de primaria y Gustavo le ganó por 34 votos. Federiquín impugnó las votaciones y el maestro, el reverendo padre Pérez, le dio un capón y lo castigó sin recreo.
De esa época parecen datar estos versos:
Se llaman escritores malditos a todos aquellos escritores que han tocado temas que se consideraban politicamente incorrectos, de mal gusto, inconexos con la realidad, excesivamente cursis o que escribían con faltas de ortografía.
Hoy, por ser el día que es (lunes) vamos a empezar a hablar de los poetas malditos, y más concretamente de:
Don Fewderico Picosquina, Vate.
Sus padres lo bautizaron como Federico García. Cambió su nombre cuando se consideró mayor de edad debido a ciertas deudas de juego. De pequeño le llamaban Federiquín y le daban cocotazos.
Fue compañero de colegio de Gustavo Adolfo Becquer, a quien guardó ojeriza el resto de sus días. Parece ser que esa rivalidad comenzó cuando eligieron delegado de clase en cuarto de primaria y Gustavo le ganó por 34 votos. Federiquín impugnó las votaciones y el maestro, el reverendo padre Pérez, le dio un capón y lo castigó sin recreo.
De esa época parecen datar estos versos:
Padre Pérez
eres muy feo
y como no te esmeres
mal te veo
y te voy a dar una hostia que te voy a poner la cara del revés
hijoputa.
Cuentan las crónicas de ese tiempo, que el joven Federiquín se enamoriscó de una moza plebeya que vivía en el mismo barrio. Parece ser que la rondaba, y dada su natural timidez no se atrevía a hablarle directamente. Viendo que sus condiscípulos usaban de escribirles notas con versos a los objetos de sus amores, decidió hacer lo mismo y le escribió
Mujer, de mis sueños azote
tus ojos son muy bonitos
tienes un culo que me pone palote
te voy a voy a hacer guarrerías hasta que te de hipo
y te regalaré de mermelada un bote
Recibió una orden de alejamiento y un suspenso en la asignatura de rimas. No desistió de su empeño y volvió a escribirle el mismo verso pero en un papel limpio. Esta vez se lo mandó por correo certificado y esta vez la bella, de su puño y letra, le contestó:
Muy señor mio:
Que me dejes.
Gilipollas.
Atentamente:
La Bella.
Consternado, se dejó el bigote, aprobó álgebra y quiso meterse en la legión extranjera. Le pillaba muy lejos (en el extranjero nada menos) y optó por no alistarse.
Con el paso de los años acabó sus estudios y entró a trabajar de contable en una casa de moneda y timbre. Pronto se hizo encargado de los timbres y las campanillas, llegando a hacerse amigo de Peter Pan, a quien escribió en la dedicatoria de un recibo:
Pedro, Pedro
¡Que cabrón eres, muchacho!
Por esa época empieza a cobrar fama la obra de Becquer, Fewderico (ya se había cambiado el nombre) escribe:
Me postraré en el balcón de mi casa
con la escopeta de postas preparado
y cada vez que vea pasar una golondrina
me la cargo
Veras tu como no vuelven
Tiene un éxito discreto. Es retado a un duelo por Don Jacinto Margarito, que padecía un golondrino y se siente aludido por el poema.
La autoridad impide que se batan como dos vulgares huevos para una tortilla. A modo de disculpa, en el prefacio de su primera obra "Rimas, pero de las buenas" escribe
"Al señor Don Jacinto Margarito, a modo de desagravio, me gustaría dedicarle este sencillo poemilla:
Te has salvado por el canto de un duro
caraculo"
Destaca de esta primera obra este soneto:
Que es poesía
me preguntas,
pues míralo en un libro
y no des mas el follón
que eres muy pesadita, rica
El ministerio quiere retirarle el titulo de graduado escolar con carácter retroactivo y toma cartas en la historia la Santa Inquisición.
Se inicia así uno de los procesos mas vergonzantes de la historia universal, el conocido como proceso 1854/75/A48-00/ANN32. El inquisidor general del reino designa a Benigno Párvulo Primo, a la sazón inquisidor becario para que lo juzgue.
El proceso comienza un 22 de junio. Se somete a Fedewrico Picosquina a un dictado. Es un dictado muy difícil, lleno de haches y uves y beses, con muchos acentos y puntos y comas y de todo.
Aprueba con un cinco raspado y se le somete entonces a la prueba de las sumas y restas. Hay que tener en cuenta que eran tiempos remotos y las operaciones aritméticas había que hacerlas a mano, no venían ya hechas, como hoy en día. El insigne vate aquí falla, se hace un lío entre el 7 y el 4 y suspende.
Es la ignominia inmediata. El descrédito absoluto. Que un hombre de 42 años tenga que volver a sacarse el graduado escolar era una tara muy tremenda en aquella época. Encima le retiran el título de poeta y le prohiben escribir nada que rime.
Acabó sus días repitiendo otra vez sexto. Se le habían atrancado las ciencias naturales y no había manera de que se aprendiera las partes de una flor.
En su epitafio se puede leer:
¿Por una mirada un mundo?
domingo, 7 de junio de 2015
La correspondencia secreta de Spiderman
Estimado profesor Octopus:
Espero que al recibo de la presente esté usted bien.
El motivo de esta carta es para comunicarle que en nuestro último encuentro estuvo usted muy grosero. Es cierto que siendo usted un archivillano y yo un superhéroe nos peleemos, nos demos de mamporros y hasta que intentemos matarnos. Más usted, que como es muy malo, siempre está intentando hacer daño al prójimo. Pero eso no es excusa para que me insulte. No me importa si me llama sucio trepamuros, o lacayo de los polizontes o alguna de esas expresiones tan pintorescas que se le ocurren a usted, no sé si por efecto del alcohol o de su pura maldad, que le reconcome el cerebro, pero llamarme Cabronazo me parece un exceso.
Por otra parte, me gustaría decirle que si tenía intención de tenderme una emboscada este sábado, que no voy a poder asistir por haber quedado con unos amigos para ver el partido. Si a usted le da igual me puede tender la emboscada el domingo. Y si me hace el favor, que no dé mucho el sol, que ya hace calor para pelearnos y termino sudando como un pollo.
Atentamente...
Señor Spiderman:
Acabo de recibir su carta de fecha 15 del presente y me quedo consternado.
Me dice usted que yo le insulto, ¡Yo! que soy un bendito del señor. Ya ve usted, porque una vez en el calor de la trifulca le dije cabronazo, seguramente sin querer y con seguridad sin ninguna intención de ofenderle. En cambio usted me ha dicho que me voy a quedar calvo y que me huele el aliento y yo no me quejo.
Y no voy a entrar en el gasto tremendo que me ocasiona usted cada vez que me rompe una de las patas metálicas. ¡Que son de tungsteno, señor mío! Y el seguro no las cubre de ninguna de las maneras.
Este sábado no tenía intención de tenderle ninguna emboscada. Quería ver el partido yo también, está el Betis de Broklyn que se sale. La verdad es que da pena el Rayo Manhattiano, con lo bien que iba la temporada pasada.
Pásese por el Corte Neoyorquino de la Quinta Avenida y cómprese un disfraz de spiderman transpirable, que los tiene por cuatro cuartos.
Atentamente...
Profesor Octopus:
(¿Qué es esto de que se le llama a usted doctor en algunos círculos? Pero si suspendió usted microbioneurología de cuarto, ¿cómo va a tener un doctorado?)
¿Me llamaba guarro en su última carta?
Atentamente...
Spidermanito:
No me andes tocando loscataplines, rico.
Tengo un doctorado, te guste a ti o no. Es cierto que está a nombre de otro investigador, pero el título es mío.
No te llamé guarro, que podría, porque echas un pestazo a sudor que dan ganas de dejarte ganar y no pelearse contigo. ¿Tú te duchas? Me refiero a que si lo haces a menudo, y no me vale eso de que te duchas una vez al mes lo necesites o no.
Por cierto, ¿fueron imaginaciones mías o me guiñaste un ojo el otro día en el atraco del banco?
Atentamente...
Octopus:
¿Qué estás insinuando? Se me metió una carbonilla en el ojo y no pude evitar parpadear. Eso no significa nada. Lo mismo te podría decir yo, que me tocaste el culo. ¿O crees que no me di cuenta? ¡¡Que para darme un puñetazo en el pecho no hace falta palparme las nalgas, listo!!
Yo me ducho todos los días, que lo sepas. Y uso un desodorante de La Toja muy bueno que me compra una tía mía.
Atentamente...
Spiderman:
Esto ya pasa de castaño oscuro. Me has destrozado dos brazos metálicos ¿Tú sabes lo que me va a costar arreglarlos? Mira, pensaba regalarte dos entradas de tribuna para la final de la copa y te voy a regalar unamierda.
Y que sepas que ahora cuando nos volvamos a pelear te voy a tirar los puñetazos con mala intención.
Octopus:
No tieneshuevos tu a darme un puñetazo a mí a mala baba.
Te cojo y te reviento, muchacho.
Te voy a echar telarañas hasta que te escuezan los ojos.
Te voy a meter un abrelatas por elculo y vas a parecer un transformer mal terminao, muchacho
Spiderman de pacotilla
Eres un andrajoso y un bocazas.
Tú no has usado desodorante en tuputa vida. Tío marrano.
Y que sepas que me ha contado El duendecillo verde que a él también le has tocado el culo. A ver si ahora va a resultar que eres un poco mariposón.
Me cago en tu padre, Octopus.
Atentamente...
Espero que al recibo de la presente esté usted bien.
El motivo de esta carta es para comunicarle que en nuestro último encuentro estuvo usted muy grosero. Es cierto que siendo usted un archivillano y yo un superhéroe nos peleemos, nos demos de mamporros y hasta que intentemos matarnos. Más usted, que como es muy malo, siempre está intentando hacer daño al prójimo. Pero eso no es excusa para que me insulte. No me importa si me llama sucio trepamuros, o lacayo de los polizontes o alguna de esas expresiones tan pintorescas que se le ocurren a usted, no sé si por efecto del alcohol o de su pura maldad, que le reconcome el cerebro, pero llamarme Cabronazo me parece un exceso.
Por otra parte, me gustaría decirle que si tenía intención de tenderme una emboscada este sábado, que no voy a poder asistir por haber quedado con unos amigos para ver el partido. Si a usted le da igual me puede tender la emboscada el domingo. Y si me hace el favor, que no dé mucho el sol, que ya hace calor para pelearnos y termino sudando como un pollo.
Atentamente...
Señor Spiderman:
Acabo de recibir su carta de fecha 15 del presente y me quedo consternado.
Me dice usted que yo le insulto, ¡Yo! que soy un bendito del señor. Ya ve usted, porque una vez en el calor de la trifulca le dije cabronazo, seguramente sin querer y con seguridad sin ninguna intención de ofenderle. En cambio usted me ha dicho que me voy a quedar calvo y que me huele el aliento y yo no me quejo.
Y no voy a entrar en el gasto tremendo que me ocasiona usted cada vez que me rompe una de las patas metálicas. ¡Que son de tungsteno, señor mío! Y el seguro no las cubre de ninguna de las maneras.
Este sábado no tenía intención de tenderle ninguna emboscada. Quería ver el partido yo también, está el Betis de Broklyn que se sale. La verdad es que da pena el Rayo Manhattiano, con lo bien que iba la temporada pasada.
Pásese por el Corte Neoyorquino de la Quinta Avenida y cómprese un disfraz de spiderman transpirable, que los tiene por cuatro cuartos.
Atentamente...
Profesor Octopus:
(¿Qué es esto de que se le llama a usted doctor en algunos círculos? Pero si suspendió usted microbioneurología de cuarto, ¿cómo va a tener un doctorado?)
¿Me llamaba guarro en su última carta?
Atentamente...
Spidermanito:
No me andes tocando los
Tengo un doctorado, te guste a ti o no. Es cierto que está a nombre de otro investigador, pero el título es mío.
No te llamé guarro, que podría, porque echas un pestazo a sudor que dan ganas de dejarte ganar y no pelearse contigo. ¿Tú te duchas? Me refiero a que si lo haces a menudo, y no me vale eso de que te duchas una vez al mes lo necesites o no.
Por cierto, ¿fueron imaginaciones mías o me guiñaste un ojo el otro día en el atraco del banco?
Atentamente...
Octopus:
¿Qué estás insinuando? Se me metió una carbonilla en el ojo y no pude evitar parpadear. Eso no significa nada. Lo mismo te podría decir yo, que me tocaste el culo. ¿O crees que no me di cuenta? ¡¡Que para darme un puñetazo en el pecho no hace falta palparme las nalgas, listo!!
Yo me ducho todos los días, que lo sepas. Y uso un desodorante de La Toja muy bueno que me compra una tía mía.
Atentamente...
Spiderman:
Esto ya pasa de castaño oscuro. Me has destrozado dos brazos metálicos ¿Tú sabes lo que me va a costar arreglarlos? Mira, pensaba regalarte dos entradas de tribuna para la final de la copa y te voy a regalar una
Y que sepas que ahora cuando nos volvamos a pelear te voy a tirar los puñetazos con mala intención.
Octopus:
No tienes
Te cojo y te reviento, muchacho.
Te voy a echar telarañas hasta que te escuezan los ojos.
Te voy a meter un abrelatas por el
Spiderman de pacotilla
Eres un andrajoso y un bocazas.
Tú no has usado desodorante en tu
Y que sepas que me ha contado El duendecillo verde que a él también le has tocado el culo. A ver si ahora va a resultar que eres un poco mariposón.
Me cago en tu padre, Octopus.
Atentamente...
jueves, 21 de mayo de 2015
21-05-2015. Querido diario:
Querido diario:
Esta mañana he desayunado café con leche. Como no tenía nada para mojar he preparado unos huevos fritos. Creo que no ha sido una buena idea, no se dejan mojar bien en la leche y se me rompían en los dedos. ¡Que ingratos son conmigo los huevos fritos, con lo que yo los quiero!
Anoche soñé otra vez con el jefe bandido de la cueva del nivel 14, el muy asqueroso tiene una espada de rayos y en el sueño cada vez que me mataba se reía. Bueno, en el juego también. Lo paso muy mal, así nunca seré Archimago. Esto me causa gran consternación y una frustrante sensación de que me pica la nuca. He intentado explicárselo a mi terapeuta, pero se encierra en su despacho cuando me ve venir y no atiende a las cosas tan interesantes que le digo. Lo peor fue la vez aquella que se disfrazó de su secretaria e impostando la voz me dijo que ya no trabajaba allí, que se había hecho escayolista y se había ido a Canarias a trabajar.
Querido diario:
Anoche soñé que volvía a la cueva de los ladrones. Habían cerrado la entrada y se habían ido a Canarias a trabajar de escayolistas.
Esta mañana al ir a hacerme el desayuno había un trozo de escayola en el fregador.
Lo he fregado y puesto a escurrir, pero no recuerdo haberlo puesto para lavar, extrañamente parece faltar un trozo de escayola del techo de la cocina.
Querido diario:
Ayer me pasaron un parche para el juego. Para ser Archimago no tengo ya que matar al jefe bandido de la cueva del nivel 14, si no ganar unas oposiciones. ¡Que bien!
Mi vecino me mira raro.
Me asaltan dudas existenciales. Es terrible, porque también me asaltan dudas no existenciales. Y yo no asalto a nadie, que soy un angelico.
Querido diario:
Me han pasado el temario de las oposiciones para Archimago. Son siete volúmenes de magia arcana y otro de hechizos de tercero. El que hizo el parche se lo curró bien. Da gusto que haya gente que se meta tanto en el papel.
Conseguir los libros ha sido un poco caro, pero creo que merecerá la pena. Al fin y al cabo, mi primo Eusebio para ser conserje estuvo estudiando un año y yo voy a ser Archimago en un par de días. Ja ja ja. Y luego el tonto soy yo.
Voy a estudiar.
Querido diario:
Anoche soñé que estaba estudiando y me venía a ver mi vecino disfrazado de jefe bandido de la cueva del nivel 14. Al principio discutíamos y luego se ponía a llorar porque dice que desde que me he metido a estudiar ya no voy a que me mate y se ría de mí.
Creo que es un ingrato.
Además, ayer había un trozo de escayola en el pasillo. Y mira por donde falta un trozo de escayola del techo de ese mismo pasillo. Es mucha casualidad.
Querido diario:
Cuanto más me intereso en mis estudios de hechicería profunda más convencido estoy de que erré mi camino en la vida.
¿Cómo es posible que todos estos años viviera ignorante de que que no se pueden lanzar bolas de fuego si el nivel de maná es menor de 15?
Me avergüenzo profundamente.
Querido diario:
Ya he hecho el examen para mis oposiciones de Archimago. El que hizo el parche ha hecho que nos presentáramos además de yo otros quince personajes del juego. Había un campesino que me miraba raro. El examen no era demasiado difícil. No creo que tarden mucho en darnos los resultados.
He estado otra vez en la consulta de mi terapeuta, pero sigue en Canarias
Querido diario:
No he ganado las oposiciones. Para colmo me han expulsado de la Universidad Arcana por burro. Creo que no ha sido buena idea instalar ese parche.
Querido diario:
¡¡Me han pasado otro parche genial!! Puedo ocupar un despacho de terapeuta en la capital del reino y tratar al jefe bandido de la cueva del nivel 14. Por lo visto sufre trastornos de personalidad y tendencia a la esquizofrenia compulsiva. No podré lanzar bolas de fuego, ¡¡pero le podré mandar electroshocks!!
Esta mañana he desayunado café con leche. Como no tenía nada para mojar he preparado unos huevos fritos. Creo que no ha sido una buena idea, no se dejan mojar bien en la leche y se me rompían en los dedos. ¡Que ingratos son conmigo los huevos fritos, con lo que yo los quiero!
Anoche soñé otra vez con el jefe bandido de la cueva del nivel 14, el muy asqueroso tiene una espada de rayos y en el sueño cada vez que me mataba se reía. Bueno, en el juego también. Lo paso muy mal, así nunca seré Archimago. Esto me causa gran consternación y una frustrante sensación de que me pica la nuca. He intentado explicárselo a mi terapeuta, pero se encierra en su despacho cuando me ve venir y no atiende a las cosas tan interesantes que le digo. Lo peor fue la vez aquella que se disfrazó de su secretaria e impostando la voz me dijo que ya no trabajaba allí, que se había hecho escayolista y se había ido a Canarias a trabajar.
Querido diario:
Anoche soñé que volvía a la cueva de los ladrones. Habían cerrado la entrada y se habían ido a Canarias a trabajar de escayolistas.
Esta mañana al ir a hacerme el desayuno había un trozo de escayola en el fregador.
Lo he fregado y puesto a escurrir, pero no recuerdo haberlo puesto para lavar, extrañamente parece faltar un trozo de escayola del techo de la cocina.
Querido diario:
Ayer me pasaron un parche para el juego. Para ser Archimago no tengo ya que matar al jefe bandido de la cueva del nivel 14, si no ganar unas oposiciones. ¡Que bien!
Mi vecino me mira raro.
Me asaltan dudas existenciales. Es terrible, porque también me asaltan dudas no existenciales. Y yo no asalto a nadie, que soy un angelico.
Querido diario:
Me han pasado el temario de las oposiciones para Archimago. Son siete volúmenes de magia arcana y otro de hechizos de tercero. El que hizo el parche se lo curró bien. Da gusto que haya gente que se meta tanto en el papel.
Conseguir los libros ha sido un poco caro, pero creo que merecerá la pena. Al fin y al cabo, mi primo Eusebio para ser conserje estuvo estudiando un año y yo voy a ser Archimago en un par de días. Ja ja ja. Y luego el tonto soy yo.
Voy a estudiar.
Querido diario:
Anoche soñé que estaba estudiando y me venía a ver mi vecino disfrazado de jefe bandido de la cueva del nivel 14. Al principio discutíamos y luego se ponía a llorar porque dice que desde que me he metido a estudiar ya no voy a que me mate y se ría de mí.
Creo que es un ingrato.
Además, ayer había un trozo de escayola en el pasillo. Y mira por donde falta un trozo de escayola del techo de ese mismo pasillo. Es mucha casualidad.
Querido diario:
Cuanto más me intereso en mis estudios de hechicería profunda más convencido estoy de que erré mi camino en la vida.
¿Cómo es posible que todos estos años viviera ignorante de que que no se pueden lanzar bolas de fuego si el nivel de maná es menor de 15?
Me avergüenzo profundamente.
Querido diario:
Ya he hecho el examen para mis oposiciones de Archimago. El que hizo el parche ha hecho que nos presentáramos además de yo otros quince personajes del juego. Había un campesino que me miraba raro. El examen no era demasiado difícil. No creo que tarden mucho en darnos los resultados.
He estado otra vez en la consulta de mi terapeuta, pero sigue en Canarias
Querido diario:
No he ganado las oposiciones. Para colmo me han expulsado de la Universidad Arcana por burro. Creo que no ha sido buena idea instalar ese parche.
Querido diario:
¡¡Me han pasado otro parche genial!! Puedo ocupar un despacho de terapeuta en la capital del reino y tratar al jefe bandido de la cueva del nivel 14. Por lo visto sufre trastornos de personalidad y tendencia a la esquizofrenia compulsiva. No podré lanzar bolas de fuego, ¡¡pero le podré mandar electroshocks!!
lunes, 11 de mayo de 2015
Don Pánfilo Carahuevo. Naturalista sobresaliente. Parte Sextántica
Como quedó visto en la anterior entrega de la vida de este apasionante mecenas del conocimiento humano, el doctor Carahuevo dejó sus trabajos en el área de la cirugía.
Por esas fechas, un mequetrefe llamado Darwin había postulado una original teoría sobre que unas especies descienden de otras, y que todos los seres vivos estaban emparentados. Esta teoría había causado un gran revuelo en el mundo académico. Algunos eminentes sabios la rechazaban de plano, al grito de "¿Pos no ves que no?", otros solo en parte, como el profesor de 3º de EGB del colegio mixto de Jamón y Queso, Don Peonio Cuatroquesos, que había exclamado "Ahora entiendo porque le veía cara de grulla a mi prometida, debe estar emparentada" o el eminente sabio Don Pepe García O'Hara, que había aprovechado para casarse con una gallina ponedora muy buena que tenía y reclamar todos los huevos que pudiera poner en el futuro.
La comunidad en general aceptó la teoría del nuevo científico, que llegaría a ser conocido posteriormente como un naturalista muy destacado.
Hay que hacer un inciso y aclarar que, hoy en día, naturalista y naturista no son lo mismo. Mientras que unos cazan mariposas los otros andan en bolas todo el día, menos cuando hace frío, que se dan de baja.
Para ser naturalista solo hace falta llevar gafas y decir coleóptero sin tartamudear. Para ser naturista hay que pasar un examen de aptitud.
Don Pánfilo fue muy reacio al principio. Hizo algunos estudios por su cuenta al respecto. Según su biógrafo, a quien ya hemos mencionado en anteriores ocasiones, Don Pascualino del Abedul, Pasó toda una tarde en el registro civil de la provincia buscando esas trazas de familiaridad entre especies. Parece ser que encontró a un tal Severino Piedrapómez Corneja, que parecía ser descendiente de los Corneja de toda la vida. Abrumado por el hallazgo, siguió escarbando en los archivos más antiguos y encontrando cada vez más muestras de esa consanguinidad entre especies. Las pruebas mas tajantes fueron las mas antiguas, como es natural. Así, se dio con los registros de Pedro Picapiedra Diplodocos y de Pablo Mármol Tiranosaurio (Ambos nombres sería plagiados con posterioridad por una productora de dibujos animados en un intento pueril de dar verosimilitud a una serie infantil que tendría un cierto éxito) descendientes ambos de los Diplodocos y los Tiranosaurio de la comarca.
Aceptada la nueva teoría por nuestro insigne hombre de ciencia, lo hizo público en su celebre discurso "De la psique a los calcetines de lana" ante la academia de Ciencias de París.
La tarea que se planteaba ahora ante la comunidad científica era ardua.
¿Como iban a quedar clasificadas las especies?
La primera propuesta la hizo el profesor de historia comparada de la Universidad Complutense de Nueva York, Mr Jenny Mytaylorisrich. "Es muy sencillo..." -dijo- "...por un lado estoy yo, y por otro el resto del mundo, que no me llegáis ni a la suela del zapato, panda de haraganes"
Siguieron diversas propuestas más, las mas interesantes son estas que a continuación indico:
El profesor Ivanovich Petrochenko, de la Universidad Complutense de Kiev, que habló de especies que se mueven y de especies que no. Fue un principio. Por un lado estarían los minerales y las plantas y por otro los demás seres. Dio lugar a la polémica de que serían entones los fósiles y en que parte de la evolución deberían quedar los insectos palo.
Además, por esa época, el profesor de huevología (disciplina que ya no existe) Mesié Fransuá de la Roquefort había encontrado el fosil de un huevo gigante y había afirmado con rotundidad que todos los pájaros del mundo descendían del mismo. Lo había llamado Huevosaurio del Katmandú.
Los científicos no lo apoyaban. Aducían que no tenía alas, ni patas, ni boca, ni más cosas que más tarde o más temprano le harían falta para vivir. El profesor de la Roquefort argüía que seguramente no necesitara alas, ya que era capaz de levitar, ni patas, porque pudiendo levitar, ¿para qué andar?, que seguramente no necesitara boca porque absorbía los alimentos por ósmosis cósmica y que por la misma causa no precisara ni fosas nasales ni ano ni orejas ni ombligo. Aquí hallaba la prueba de peso de su teoría, ¡¡Ningún pájaro en el mundo tiene tampoco ombligo!!
El profesor Rigoberto Ándale Ándale, de la Universidad Pontificia de Jalisco propuso clasificar los seres en freibles, asables e incomestibles. Así, las patatas serían freibles, los corderos asables y las piedras en general incomestibles.
La teoría del profesor Rigoberto era muy ingeniosa, y seguramente muy práctica también. Pero enseguida surgieron los detractores. La Universidad de Miskatonic incluyó rápidamente la espinaca rupestre en el género de los incomestibles, El profesor Guastavo Popeye de la Universidad de Praga protestó de forma enérgica y tuvo que intervenir el sumo pontífice.
Luego surgió la controversia de la sardina, ¿Es freible?, ¿es asable?
Y por supuesto, la nefasta receta que hizo pública Mesié Críspulo Guá por esas fechas "Crema de Amianto rebozada a las finas hierbas, con esencia de nitrógeno al caramelo de feldespato"
La división del profesor Ándale cae en el olvido.
El profesor emérito de la Universidad emérita de Cambridge, Mister John Protozoo propone una división mucho mas razonada, y en escalas. Así, estarían, los hombres, los animales, los bichos, los monstruos y los pedruscos.
Los hombres quedarían a su vez divididos en cinco categorías. A saber:
Tíos peludos, mariquitillas, tías buenas, tías del montón y el kioskero de la calle de atrás (a quien insiste en llamar el eslabón perdido)
Los animales quedarían divididos en otras tantas categorías:
Animales con pelo, animales sin pelos, pajaros de jaula, pajaros que no se pueden meter en jaulas, peces y marisco.
Entre el marisco incluye al cocodrilo y a una tía suya con la que parece que se llevaba muy mal.
Los bichos se dividirían en:
Los que dan mucho asco y los que dan asco a secas.
Los monstruos los clasificó en:
Los monstruos de los lagos Ness, Frankenstein, vampiros, hombres lobos, momias, zombies y otra tía suya muy fea.
Los pedruscos los clasificó por colores.
El profesor Wunter Volkswagen de la universidad de Berlinburgo propone, basándose en los anteriores trabajos de sus colegas una clasificación mucho más racionalista.
Divide a los seres en Repúblicas, estas es cantones, estas otras en provincias, y asi hasta poner nombre y apellidos a cada especimen.
Lo pasa mal cuando lleva su racionalización a las hormigas. Acaba liándose y poniendo el mismo nombre y apellido a tres mil de ellas. Es el descrédito inmediato.
Sin embargo su método parece ser mas sensato que la mayoría y al poco tiempo, el insigne Vate de la orquesta filantrópica de Valdemoro, Don Yamamoto García lo vuelve a presentar a la comunidad científica.
Ha cambiado la división de Repúblicas en Reinos, para disimular. Y luego habla de clase, orden, familias...
La comunidad científica lo contempla con arrobo. Mister Crispín O'Hara, siempre tan crítico con todo lo que sobrepase la ortodoxia no se pronuncia.
El profesor Carahuevo va más allá y dice que la clasificación del Vate García es muy chula. Que por supuesto que hay que pulirla un poco, pero que es una base sobre la que trabajar muy adecuada.
Da así por concluida su etapa de naturalista y como llegaba el buen tiempo se fue a la playa con María de la Pirindola, ¡¡¡que estaba mas blanca...!!!
Por esas fechas, un mequetrefe llamado Darwin había postulado una original teoría sobre que unas especies descienden de otras, y que todos los seres vivos estaban emparentados. Esta teoría había causado un gran revuelo en el mundo académico. Algunos eminentes sabios la rechazaban de plano, al grito de "¿Pos no ves que no?", otros solo en parte, como el profesor de 3º de EGB del colegio mixto de Jamón y Queso, Don Peonio Cuatroquesos, que había exclamado "Ahora entiendo porque le veía cara de grulla a mi prometida, debe estar emparentada" o el eminente sabio Don Pepe García O'Hara, que había aprovechado para casarse con una gallina ponedora muy buena que tenía y reclamar todos los huevos que pudiera poner en el futuro.
La comunidad en general aceptó la teoría del nuevo científico, que llegaría a ser conocido posteriormente como un naturalista muy destacado.
Hay que hacer un inciso y aclarar que, hoy en día, naturalista y naturista no son lo mismo. Mientras que unos cazan mariposas los otros andan en bolas todo el día, menos cuando hace frío, que se dan de baja.
Para ser naturalista solo hace falta llevar gafas y decir coleóptero sin tartamudear. Para ser naturista hay que pasar un examen de aptitud.
Don Pánfilo fue muy reacio al principio. Hizo algunos estudios por su cuenta al respecto. Según su biógrafo, a quien ya hemos mencionado en anteriores ocasiones, Don Pascualino del Abedul, Pasó toda una tarde en el registro civil de la provincia buscando esas trazas de familiaridad entre especies. Parece ser que encontró a un tal Severino Piedrapómez Corneja, que parecía ser descendiente de los Corneja de toda la vida. Abrumado por el hallazgo, siguió escarbando en los archivos más antiguos y encontrando cada vez más muestras de esa consanguinidad entre especies. Las pruebas mas tajantes fueron las mas antiguas, como es natural. Así, se dio con los registros de Pedro Picapiedra Diplodocos y de Pablo Mármol Tiranosaurio (Ambos nombres sería plagiados con posterioridad por una productora de dibujos animados en un intento pueril de dar verosimilitud a una serie infantil que tendría un cierto éxito) descendientes ambos de los Diplodocos y los Tiranosaurio de la comarca.
Aceptada la nueva teoría por nuestro insigne hombre de ciencia, lo hizo público en su celebre discurso "De la psique a los calcetines de lana" ante la academia de Ciencias de París.
La tarea que se planteaba ahora ante la comunidad científica era ardua.
¿Como iban a quedar clasificadas las especies?
La primera propuesta la hizo el profesor de historia comparada de la Universidad Complutense de Nueva York, Mr Jenny Mytaylorisrich. "Es muy sencillo..." -dijo- "...por un lado estoy yo, y por otro el resto del mundo, que no me llegáis ni a la suela del zapato, panda de haraganes"
Siguieron diversas propuestas más, las mas interesantes son estas que a continuación indico:
El profesor Ivanovich Petrochenko, de la Universidad Complutense de Kiev, que habló de especies que se mueven y de especies que no. Fue un principio. Por un lado estarían los minerales y las plantas y por otro los demás seres. Dio lugar a la polémica de que serían entones los fósiles y en que parte de la evolución deberían quedar los insectos palo.
Además, por esa época, el profesor de huevología (disciplina que ya no existe) Mesié Fransuá de la Roquefort había encontrado el fosil de un huevo gigante y había afirmado con rotundidad que todos los pájaros del mundo descendían del mismo. Lo había llamado Huevosaurio del Katmandú.
Los científicos no lo apoyaban. Aducían que no tenía alas, ni patas, ni boca, ni más cosas que más tarde o más temprano le harían falta para vivir. El profesor de la Roquefort argüía que seguramente no necesitara alas, ya que era capaz de levitar, ni patas, porque pudiendo levitar, ¿para qué andar?, que seguramente no necesitara boca porque absorbía los alimentos por ósmosis cósmica y que por la misma causa no precisara ni fosas nasales ni ano ni orejas ni ombligo. Aquí hallaba la prueba de peso de su teoría, ¡¡Ningún pájaro en el mundo tiene tampoco ombligo!!
El profesor Rigoberto Ándale Ándale, de la Universidad Pontificia de Jalisco propuso clasificar los seres en freibles, asables e incomestibles. Así, las patatas serían freibles, los corderos asables y las piedras en general incomestibles.
La teoría del profesor Rigoberto era muy ingeniosa, y seguramente muy práctica también. Pero enseguida surgieron los detractores. La Universidad de Miskatonic incluyó rápidamente la espinaca rupestre en el género de los incomestibles, El profesor Guastavo Popeye de la Universidad de Praga protestó de forma enérgica y tuvo que intervenir el sumo pontífice.
Luego surgió la controversia de la sardina, ¿Es freible?, ¿es asable?
Y por supuesto, la nefasta receta que hizo pública Mesié Críspulo Guá por esas fechas "Crema de Amianto rebozada a las finas hierbas, con esencia de nitrógeno al caramelo de feldespato"
La división del profesor Ándale cae en el olvido.
El profesor emérito de la Universidad emérita de Cambridge, Mister John Protozoo propone una división mucho mas razonada, y en escalas. Así, estarían, los hombres, los animales, los bichos, los monstruos y los pedruscos.
Los hombres quedarían a su vez divididos en cinco categorías. A saber:
Tíos peludos, mariquitillas, tías buenas, tías del montón y el kioskero de la calle de atrás (a quien insiste en llamar el eslabón perdido)
Los animales quedarían divididos en otras tantas categorías:
Animales con pelo, animales sin pelos, pajaros de jaula, pajaros que no se pueden meter en jaulas, peces y marisco.
Entre el marisco incluye al cocodrilo y a una tía suya con la que parece que se llevaba muy mal.
Los bichos se dividirían en:
Los que dan mucho asco y los que dan asco a secas.
Los monstruos los clasificó en:
Los monstruos de los lagos Ness, Frankenstein, vampiros, hombres lobos, momias, zombies y otra tía suya muy fea.
Los pedruscos los clasificó por colores.
El profesor Wunter Volkswagen de la universidad de Berlinburgo propone, basándose en los anteriores trabajos de sus colegas una clasificación mucho más racionalista.
Divide a los seres en Repúblicas, estas es cantones, estas otras en provincias, y asi hasta poner nombre y apellidos a cada especimen.
Lo pasa mal cuando lleva su racionalización a las hormigas. Acaba liándose y poniendo el mismo nombre y apellido a tres mil de ellas. Es el descrédito inmediato.
Sin embargo su método parece ser mas sensato que la mayoría y al poco tiempo, el insigne Vate de la orquesta filantrópica de Valdemoro, Don Yamamoto García lo vuelve a presentar a la comunidad científica.
Ha cambiado la división de Repúblicas en Reinos, para disimular. Y luego habla de clase, orden, familias...
La comunidad científica lo contempla con arrobo. Mister Crispín O'Hara, siempre tan crítico con todo lo que sobrepase la ortodoxia no se pronuncia.
El profesor Carahuevo va más allá y dice que la clasificación del Vate García es muy chula. Que por supuesto que hay que pulirla un poco, pero que es una base sobre la que trabajar muy adecuada.
Da así por concluida su etapa de naturalista y como llegaba el buen tiempo se fue a la playa con María de la Pirindola, ¡¡¡que estaba mas blanca...!!!
viernes, 1 de mayo de 2015
El retorno del comendatore
En nuestra incansable lucha por la recuperación de la cultura en todo su extenso significado, tenemos en este día el inmenso placer y la grata satisfacción de volver a traer a la luz pública una de las más controvertidas obras de la dramaturgia universal, producto de uno de los autores más polémicos de los pasados siglos.
Pier Paolo Aniceto del Piamonteso es uno de esos dramaturgos malditos, cuya obra ha sido ocultada por las mentes bien pensantes de la ortodoxia oficial. Fue muy conocido en su época como fontanero y encofrador. En esta última labor destaca como uno de los más brillantes artistas. Según la enciclopedia británica era un virtuoso del encofrado, y se lo podría catalogar como el Miguel Ángel de tal arte.
Como autor teatral escribió numerosas obras. La inmensa mayoría no llegaron a estrenarse nunca. La que hemos rescatado, El retorno del comendatore, fue estrenada un 30 de Abril en el teatro de la guardería infantil de Nápoles de la Frontera. Fue una obra pionera y rompió muchas barreras. Jamás nungún autor se había atrevido a quemar un castillo en el escenario antes, ni ninguno volvió a hacerlo después. Sin embargo la crítica se cebó en unos supuestos desnudos femeninos que decían que no aportaban nada a la trama y eran de todo punto innecesarios. Nosotros creemos sinceramente que no hay ninguna escena de más. Es más, hemos hecho una encuesta en nuestros círculos cercanos y nos hemos encontrado con que el 100% de los hombres estaba de acuerdo en que esas supuestas escenas realzaban la plásticidad de la acción y daban más dinamismo a los diálogos.
EL RETORNO DEL COMENDATORE
de Pier Paolo Aniceto del Piamonteso
Obra de Teatro costumbrista en 7 actos
Reparto de la obra (En su estreno en el Teatro anexo de la guardería "Pinocchio era un bambino molto difichile et de madera de pino baratto" de la ciudad de Nápoles de la Frontera)
Comendatore Ricardone Ernesto Lambretta
Doña Augusta Merceditas Marcapassini
Señor Spock Luis Ricardini Cantidubi
Doña Filántropa Maria Antonieta de la Acebucchia
Emérita Canalejas Augusta Alpesto
Conde Fabricchio Prandemolinni Augusto Mequedeao
Luis Ricardini Cantidubi Jacarando Ricochette
Ernesto Lambretta José Luís Spock
Jacarando Ricochette Fabricchio Prandemolinni
Lucrecia Rigoletto Filántropa Alpesto
Crescenda Rigoletto Lucrecia Rigoletto
ACTO I
Hay un gran mural al fondo que representa la batalla de Montecarlosonne, donde el rey Amadeo Queteveo desmontó de un cantazo al usurpador Parmecio Hasidoniño. Hecho que en su momento será ampliamente comentado.
Al levantarse el telón está en escena Jacarando Ricochette, mayordomo y ayuda de cámara del conde Fabricchio. Jacarando está limpiando con un plumero las brasas de la chimenea.
JACARANDO RICOCHETTE: ¡Cuanta mierda hay en este castillo! mi arma. Ohú, y er tonto der plumero este, pos no va y se prende. Mare mía que se va a quemar el castillo.
En efecto, mientras dice esto, a Jacarando se le ha prendido de llamas el plumero e intentando apagarlo ha prendido el escenario.
JACARANDO RICOCHETTE: ¡Ohú, que se va a quemar el castillo! Ya verás cuando vuelva el comendatore.
ACTO II
El escenario simula ser la ducha de la casa de las hermanas Rigoletto. Al levantarse el telón ambas están duchándose.
LUCRECIA RIGOLETTO: Hay que ver que sucias estamos. Ven que te frote la espalda.
CRESCENDA RIGOLETTO: ¡Ay sí, sí, frótame la espalda, sí!
Se oye en este punto que llaman a la puerta.
CRESCENDA RIGOLETTO: ¡Que fastidio! Llaman a la puerta. Ven, vamos a abrir.
LUCRECIA RIGOLETTO: Es verdad, que fastidio. Vamos a abrir la puerta. Como somos tontitas no hace falta que nos tapemos con la toalla.
CRESCENDA RIGOLETTO:Sí, es cierto. Que tontitas somos.
Salen ambas de la ducha y cuando están a punto de salir del escenario se oye una voz que les dice:
VOZ EN OFF: Déjelo, ya volveré otro día.
Ambas hermanas vuelven a la ducha.
ACTO III
El escenario simula ser el jardín de las ruinas requemadas del castillo de Prandemolinni. Hay un árbol frondoso en el centro y a sus píes una mesa con el servicio del desayuno. Sentados a la mesa se encuentran Doña Augusta y el señor Spock. Doña Augusta es una señora entrada en años y en carnes, de rostro severo y mirada muy dura. Come con fruición en todo el acto y apenas levanta la vista de los platos. El señor Spock es un hombre en la cuarentena sumamente elegante y con las orejas de pico. Jacarando Ricochette, mayordomo y ayuda de cámara del conde Fabricchio está pasando el plumero al césped. Al levantarse el telón entran en escena Ernesto Lambretta y Doña Filántropa. Ernesto es un joven sumamente amanerado que está aprendiendo el idioma y habla pronunciando con dificultad. Doña Filántropa es muda.
SEÑOR SPOCK (Viendo venir a los recien llegados): Mis queridos amigos.
ERNESTO LAMBRETTA: Yyyyooooo yooooo Io Lló Yo...yo kiera, querendo, Io curía quiera Lló curió...
DOÑA FILÁNTROPA:...
SEÑOR SPOCK: Mis queridos amigos, ¡Que sorpresa más agradable verlos por aquí!
ERNESTO LAMBRETTA: Io quiera un madalenno, lló qusié uno madalenio...
SEÑOR SPOCK: Mis queridos amigos, ¿usted quiere un madalenio, mi querido amigo? pues no hay. Solo magdalenas, ya es casualidad, ¿a que si? Mi querido amigo.
DOÑA AUGUSTA: Las magdalenas son mías.
DOÑA FILANTROPA...
Vase
ACTO IV
El escenario simula ser la ducha de la señorita Emérita Canalejas, que casualmente se está duchando en ese momento.
EMÉRITA CANALEJAS: ¡Ay que ver que sucia estoy! Voy a frotarme con entusiamo berebere.
En ese momento llaman a la puerta. Emérita cierra el agua y se da cuenta de que no tiene a mano la toalla. Sale de la ducha y se dirige a la puerta. Pero al llegar a ella se oye una voz:
VOZ EN OFF: Déjelo, ya volveré otro día.
EMÉRITA CANALEJAS: Bueno, pues volveré a la ducha
ACTO V
El escenario simula ser el despacho en el ministerio de los ultramares del Conde Fabricchio Prandemolinni, que se encuentra sentado en su mesa de trabajo. El Conde es un hombre joven y apuesto. De buena posición y elegante porte. Se encuentra con él su secretario, Luis Ricardini Cantidubi. Éste es un pollo pera de afilada mirada y acerada lengua.
FABRICCHIO PRANDEMOLINNI: ¿Ma como sei possibile, mio caro ragazzo?
LUIS RICARDINI CANTIDUBI: Hijo, señor conde, de verdad, de verdad.
FABRICCHIO PRANDEMOLINNI: Ío no capischi. ¿Como sei posibile que se hay quemato il mío castilleto porque estaba moito succio? Ío non capischio.
LUIS RICARDINI CANTIDUBI: Pues cuando vuelva el comendatore le pregunta usted.
FABRICCHIO PRANDEMOLINNI: Ma, ¿E donde está el comendatore?
LUIS RICARDINI CANTIDUBI (Mirando con cara de saber algo y no querer decirlo): Eso, señor mío, puede ser un gran misterio.
Vanse ambos.
ACTO VI
El escenario simula ser la ducha de las hermanas Rigoletto, que ya vimos en el acto II, han invitado a ducharse con ellas a la señorita Emérita Canalejas. Al levantarse el telón, casualmente están las tres en la ducha.
EMÉRITA CANALEJAS: Hay que ver que sucias estáis, venid que os frote.
CRESCENDA RIGOLETTO: Sí, sí, frótanos que estamos muy sucias.
LUCRECIA RIGOLETTO: Sí, eso frótanos. Y ya luego, si eso, te frotaremos nosotras.
EMÉRITA CANALEJAS: ¡Que bien lo pasamos! ¿Verdad?
Llaman a la puerta en ese momento. Las tres jóvenes se miran y deciden ir las tres a abrir. pero se han olvidado las toallas. Asi que salen de la ducha y cuando están a punto de salir de escena se oye una voz desde el exterior.
VOZ EN OFF: Déjelo, ya volveré otro día.
CRESCENDA RIGOLETTO: ¡Vaya, que fastidio!
LUCRECIA RIGOLETTO: Sí. Pero como somos tontitas...
EMÉRITA CANALEJAS: Es verdad, que bien lo pasamos.
ACTO VII
En escena está Jacarando Ricochette, mayordomo y ayuda de camara del conde Fabricchio, pasando el plumero al cedro milenario que hay en el proscenio.
JACARANDO RICOCHETTE: Mare mía, cuanta mierda tiene este jardín. ¡Ohú, que jartito me tienen! Pero tú te puedes creer cuanto porvo tiene este árbol. Esto no lo han fregao ni en la pascua ni ná.
Entra por la derecha del proscenio el Comendatore Ricardone. Es un hombre de unos 45 o 74 años, o una cosa o la otra, pero las dos al mismo tiempo no. Es alto y fornido, rechoncho y cabizbajo, lleva greñas y una gafas de esas gordas y grandes para presumir de que en Italia hay cristal para dar y regalar. Entra distraido y pensando en sus cosas. Repara en que el castillo se ha quemado y se dirige a Jacarando.
RICARDONE: Pero, ¿Qué ha pasado?
JACARANDO RICOCHETTE: Buenos dias Comendatore, pues que se ha quemado el castillo.
RICARDONE: Se ha quemado, claro. Es verdad. Que cosas pasan. Hay que ver. Pues nada, ¿que se le va a hacer?
JACARANDO RICOCHETTE: Pues eso he disho yo.
RICARDONE: Pues nada. Yo llevo todo el día buscando una dirección y tocando puertas para preguntar y no me han abierto. En fin. Ya he retornado.
CAE EL TELÓN
lunes, 6 de abril de 2015
Don Pánfilo Carahuevo. Excelso crisol de sabiduría. Parte Quincuama
Como vimos en la anterior entrega de la vida de este apasionante sabio, Don Pánfilo plastificó los huevos que María de la Pirindola le había hecho.
Estando en tal proceso, nuestro hombre ideó una nueva forma de evitar el rechazo en aquellos primeros trasplantes que con tantísima timidez se empezaban a llevar a cabo.
Haciendo un poco de historia, es de menester recordar los esfuerzos que Mesié Trepanasuá hacía por perforar las cabezas de los enfermitos (en gratitud a su labor esa intervención lleva su nombre) y el Conde de la Sinapsis se esforzaba en hacer que las neuronas se comunicaran en código Morse.
Uno de los principales escollos con los que se encontraban los científicos de esa época era el del rechazo que los órganos provocaban en el cuerpo receptor. Era normal que después de haber trasplantado un riñón el cuerpo lo escupiera y este cayera al suelo y se manchara de tierra y ya no valiera para nada. El insigne Doctor en pediatría general Don Henry Ford (que a la postre acabaría fabricando coches y sonajeros) era partidario de injertar los miembros de dos en dos. El método se llamaba del órgano de repuesto. Cuando el cuerpo expulsaba el primer riñón (por ejemplo) se quedaba el otro. El profesor Quincy Diecisís por su parte defendía la tesis de grapar los órganos trasplantados y de coser muy deprisa la apertura para que el receptor no pudiera deshacerse del nuevo órgano (si el órgano era muy pequeño se hablaba de organillos, como todos ustedes saben).
Cabe destacar, por fin, los muchos éxitos que había cosechado el doctor Bernabé Barnabí, que mantenía anestesiados a sus pacientes dos años después de haber practicado la intervención, evitando el rechazo al estar el cuerpo dormido y soñando en sus cosas. Al cabo de ese tiempo el ya le había cogido cariño al nuevo miembro y lo aceptaba.
El método que proponía Don Pánfilo era revolucionario y novedoso. Había que plastificar el nuevo órgano; había que vendarle los ojos al paciente (para que no supiera que le estaban trasplantando y así no dar lugar a que hubiera rechazo) y por fin, había que decirle al despertar que el trasplante no se había podido llevar a cabo, y regalarle un globo de colores.
Los primeros intentos los realizó entre los buenos habitantes del villorrio miserable de su castillo aledaño.
Cuenta Don Pascualino del Abedul, su biógrafo, que cuando los pueblerinos se enteraron que el buen sabio buscaba gente sana para practicar sus trasplantes y que les daba un duro por intervención, corrieron entre grandes muestras de alborozo y afecto a seguir con sus quehaceres cotidianos. Todos ellos excepto Don Anónimo Sacacuartos, que tenía la única farmacia puticlub del pueblo y que era muy seguidor de la ciencia. Aquel fue el comienzo de una bonita amistad.
La primera intervención a la que se sometió el señor Sacacuartos fue a una extracción de molar. La operación fue muy bien aunque al final se le pinchó el globo y el paciente volvió muy triste a su casa.
Se le reimplantó el molar dos días después, ya siguiendo paso a paso el proceso que Don Pánfilo había ideado. El hueco que había dejado la pieza al salir, sin embargo, no era suficiente para volver a reimplantarla, así que se hizo necesario acoplarla debajo del labio. Allí había muchísimo más sitio y la muela estaba a sus anchas. Como además iba ya plastificada no hubo necesidad de lavarla nunca de nuevo, y con el dinero que ahorró en dentífrico pudo dar la entrada para un buen par de calcetines.
Animado con estos primeros resultados y dejado llevar por su ansia de gloria concede una entrevista al "National enquirer of the medicine and pianollas" de Massachussettes (ver mapa). La entrevista no es demasiado halagüeña, el entrevistador en varios momentos se levanta y le deja el block con las instrucciones de seguir preguntándose él solo. Pánfilo es un hombre de moral intachable y voluntad férrea, así que en esos momentos se hace preguntas muy comprometidas. Llega un momento en que no sabe que responder y se derrumba. Llora en el suelo y gime "no lo sé".
No está dispuesto a que esta iniciativa suya tan bonita quede frustrada por las malas artes de la prensa canallesca y al día siguiente (martes) compra varios kilos de ternera para plancha fileteada. Era una ternera buenísima, tierna, tierna y más rica... Aún se conserva un trozo de ella fosilizada en el museo de la ternera buena buenísima de Harizona de la frontera. Plastifica los filetes y pone un puesto de trasplantes en la puerta del hospital del distrito. Lo hace a un precio ridículo y le da tiempo trasplantar a tres transeúntes antes de que aparezca la policía urbana y deba salir corriendo.
Lo vuelve a intentar al día siguiente a las puertas del instituto policlínico de la vecindad (No vea ningún mapa, que se va a distraer y luego se pierde) y aun un día después en el dispensario de la parroquia aledaña. Esta vez no tiene suerte y es detenido.
Pasa la noche en el calabozo. Es una noche larga y triste. Allí escribe su fabulosa obra "Le pedí lumbre al carcelero". Es considerada una de las piezas fundamentales de la filosofía contemporánea. La forma en que describe la transportización del alma dispara las esencias de la sensibilidad humana y es capaz de acercarnos al concepto de ser superior como manifestación de alguien que puede ser o no más alto pero que seguro que grita más; su matización de la plasticidad como elemento liberador de la psiques lo pone a uno palote. Según muchos expertos Kant se inspiró en ella para su trabajo posterior.
María de la Pirindola lo espera a la mañana siguiente en la puerta de la alguacilería. Piensa que el magno hombre va a estar derrumbado y le propone ir a comer unos huevos fritos con puntillitas para levantarle la moral. Pánfilo está algo cansado, pero en modo alguno se siente derrotado. Come y duerme y enseguida vuelve a la carga.
Funda el "Instituto de Trasplantes y Filosofía Torquemada" y comienza su meteórica carrera en el mundo de la medicina avanzada.
Su método de trasplante es bastante efectivo. Además, como se atreve a garantizar el no rechazo, empieza a poner cremalleras a sus pacientes, por si tiene que andar abriendo y cerrando para meter y sacar órganos.
Es el éxito fulminante. La prensa del orbe lo aclama al grito de "artista", "torero" y "machote". Como siempre, se oyen voces discrepantes. Esta vez son Mesié Críspulo Guá, que se atreve a decir "No es para tanto" y Mister Crispín O'Hara, que directamente lo ignora.
Inasequible continua con sus trabajos de forma incansable hasta que un lunes 6 de abril le da pereza levantarse de la cama y le pide a su inestimable colaboradora que le escriba un justificante.
Se había aburrido de la medicina.
Continuará
Estando en tal proceso, nuestro hombre ideó una nueva forma de evitar el rechazo en aquellos primeros trasplantes que con tantísima timidez se empezaban a llevar a cabo.
Haciendo un poco de historia, es de menester recordar los esfuerzos que Mesié Trepanasuá hacía por perforar las cabezas de los enfermitos (en gratitud a su labor esa intervención lleva su nombre) y el Conde de la Sinapsis se esforzaba en hacer que las neuronas se comunicaran en código Morse.
Uno de los principales escollos con los que se encontraban los científicos de esa época era el del rechazo que los órganos provocaban en el cuerpo receptor. Era normal que después de haber trasplantado un riñón el cuerpo lo escupiera y este cayera al suelo y se manchara de tierra y ya no valiera para nada. El insigne Doctor en pediatría general Don Henry Ford (que a la postre acabaría fabricando coches y sonajeros) era partidario de injertar los miembros de dos en dos. El método se llamaba del órgano de repuesto. Cuando el cuerpo expulsaba el primer riñón (por ejemplo) se quedaba el otro. El profesor Quincy Diecisís por su parte defendía la tesis de grapar los órganos trasplantados y de coser muy deprisa la apertura para que el receptor no pudiera deshacerse del nuevo órgano (si el órgano era muy pequeño se hablaba de organillos, como todos ustedes saben).
Cabe destacar, por fin, los muchos éxitos que había cosechado el doctor Bernabé Barnabí, que mantenía anestesiados a sus pacientes dos años después de haber practicado la intervención, evitando el rechazo al estar el cuerpo dormido y soñando en sus cosas. Al cabo de ese tiempo el ya le había cogido cariño al nuevo miembro y lo aceptaba.
El método que proponía Don Pánfilo era revolucionario y novedoso. Había que plastificar el nuevo órgano; había que vendarle los ojos al paciente (para que no supiera que le estaban trasplantando y así no dar lugar a que hubiera rechazo) y por fin, había que decirle al despertar que el trasplante no se había podido llevar a cabo, y regalarle un globo de colores.
Los primeros intentos los realizó entre los buenos habitantes del villorrio miserable de su castillo aledaño.
Cuenta Don Pascualino del Abedul, su biógrafo, que cuando los pueblerinos se enteraron que el buen sabio buscaba gente sana para practicar sus trasplantes y que les daba un duro por intervención, corrieron entre grandes muestras de alborozo y afecto a seguir con sus quehaceres cotidianos. Todos ellos excepto Don Anónimo Sacacuartos, que tenía la única farmacia puticlub del pueblo y que era muy seguidor de la ciencia. Aquel fue el comienzo de una bonita amistad.
La primera intervención a la que se sometió el señor Sacacuartos fue a una extracción de molar. La operación fue muy bien aunque al final se le pinchó el globo y el paciente volvió muy triste a su casa.
Se le reimplantó el molar dos días después, ya siguiendo paso a paso el proceso que Don Pánfilo había ideado. El hueco que había dejado la pieza al salir, sin embargo, no era suficiente para volver a reimplantarla, así que se hizo necesario acoplarla debajo del labio. Allí había muchísimo más sitio y la muela estaba a sus anchas. Como además iba ya plastificada no hubo necesidad de lavarla nunca de nuevo, y con el dinero que ahorró en dentífrico pudo dar la entrada para un buen par de calcetines.
Animado con estos primeros resultados y dejado llevar por su ansia de gloria concede una entrevista al "National enquirer of the medicine and pianollas" de Massachussettes (ver mapa). La entrevista no es demasiado halagüeña, el entrevistador en varios momentos se levanta y le deja el block con las instrucciones de seguir preguntándose él solo. Pánfilo es un hombre de moral intachable y voluntad férrea, así que en esos momentos se hace preguntas muy comprometidas. Llega un momento en que no sabe que responder y se derrumba. Llora en el suelo y gime "no lo sé".
No está dispuesto a que esta iniciativa suya tan bonita quede frustrada por las malas artes de la prensa canallesca y al día siguiente (martes) compra varios kilos de ternera para plancha fileteada. Era una ternera buenísima, tierna, tierna y más rica... Aún se conserva un trozo de ella fosilizada en el museo de la ternera buena buenísima de Harizona de la frontera. Plastifica los filetes y pone un puesto de trasplantes en la puerta del hospital del distrito. Lo hace a un precio ridículo y le da tiempo trasplantar a tres transeúntes antes de que aparezca la policía urbana y deba salir corriendo.
Lo vuelve a intentar al día siguiente a las puertas del instituto policlínico de la vecindad (No vea ningún mapa, que se va a distraer y luego se pierde) y aun un día después en el dispensario de la parroquia aledaña. Esta vez no tiene suerte y es detenido.
Pasa la noche en el calabozo. Es una noche larga y triste. Allí escribe su fabulosa obra "Le pedí lumbre al carcelero". Es considerada una de las piezas fundamentales de la filosofía contemporánea. La forma en que describe la transportización del alma dispara las esencias de la sensibilidad humana y es capaz de acercarnos al concepto de ser superior como manifestación de alguien que puede ser o no más alto pero que seguro que grita más; su matización de la plasticidad como elemento liberador de la psiques lo pone a uno palote. Según muchos expertos Kant se inspiró en ella para su trabajo posterior.
María de la Pirindola lo espera a la mañana siguiente en la puerta de la alguacilería. Piensa que el magno hombre va a estar derrumbado y le propone ir a comer unos huevos fritos con puntillitas para levantarle la moral. Pánfilo está algo cansado, pero en modo alguno se siente derrotado. Come y duerme y enseguida vuelve a la carga.
Funda el "Instituto de Trasplantes y Filosofía Torquemada" y comienza su meteórica carrera en el mundo de la medicina avanzada.
Su método de trasplante es bastante efectivo. Además, como se atreve a garantizar el no rechazo, empieza a poner cremalleras a sus pacientes, por si tiene que andar abriendo y cerrando para meter y sacar órganos.
Es el éxito fulminante. La prensa del orbe lo aclama al grito de "artista", "torero" y "machote". Como siempre, se oyen voces discrepantes. Esta vez son Mesié Críspulo Guá, que se atreve a decir "No es para tanto" y Mister Crispín O'Hara, que directamente lo ignora.
Inasequible continua con sus trabajos de forma incansable hasta que un lunes 6 de abril le da pereza levantarse de la cama y le pide a su inestimable colaboradora que le escriba un justificante.
Se había aburrido de la medicina.
Continuará
jueves, 2 de abril de 2015
Las andanzas y desventuras de Don José Luis Gil y Don Mariano Poya
PARTE PRIMATE DE TALES FAZAÑAS.
Contábase por ventura en los antiquísimos anales (no tiene nada que ver con los traseros, haced el favor de no distraerse) de esta villa nuestra y vuestra que hubo en tiempos remotos de gran consternación y rechinar de dientes dos gentiles hombres de rancio abolengo e hirsutas barbas unos y barbilampiños rostros otros, que hicieron gran bien a nuestros antepasados.
Estos tales fijosdalgo pasabanse el día discutiendo y en llegados casternolendas solianse poner en gran acuerdo y facían al final siempre lo mismo de misma manera. Eso sí, sin dejar de discutir.
Hubo en aquellos remotos tiempos un levantamiento de la morisca que se habíase acostado tarde y se pusose chulita. A la sazón gobernaba la Ínsula Barataria del 2ºB (Por favor, no confundir con la otra ínsula que no tenía número ni nada y que un tal Miguel de Nosequé Saavedra sacó en una novelucha de aquellos tiempos. Os lo pido por favor. Que para una vez que os pido algo ya me podíais hacer un poco más de caso) el apuesto Jeque Remigio Jamalajá (padre de Abdú Jamalajá, que tan importante papel jugó en la vida de Don Sisebuto Pechopollo, héroe preclaro de la antiguanza)
Tomaron parte en el conciliábulo de los grandes héroes que debían decidir el destino de la humanidad y tomó la palabra Don José Luis Gil et dixo con grandes sonetos que si la tierra es del viento y la paz es de los corazones, lo mejor es no hacer la guerra. Que lo conveniente es rendirse y no luchar para así no hacer daño a nadie y promover el amor y que todos cuenten las nubes.
Saltó airado en este punto Don Mariano Poya y con grandes alharacas exclamó que no estaba de acuerdo, ni mucho menos.
Que había que hacer frente a tales amenazas, pero en otro momento. Que lo mejor ahora era no luchar y rendirse. Que ya se cansarían de matar y robar los infieles y se huirían aburridos más adelante. No era conveniente precipitarse y malgastar esfuerzos y recursos que podían ser necesarios en más adelantes tiempos.
Tomó la palabra el adelantado de la Siguenza (que en aquellos tiempos se escribía sin diéresis ni nada) y les dijo:
- Caballeros Gil y Poya, haced el favor de salir, que vamos a hablar unas cosas muy importantes y muy escandalosas y no es menester que os enredéis en disquisiciones y tonterías. Ahora mismico os avisamos para que volváis a entrar, en un momento.
Y cuando salieron atrancaron la puerta y ya no los dejaron entrar otra vez.
Contábase por ventura en los antiquísimos anales (no tiene nada que ver con los traseros, haced el favor de no distraerse) de esta villa nuestra y vuestra que hubo en tiempos remotos de gran consternación y rechinar de dientes dos gentiles hombres de rancio abolengo e hirsutas barbas unos y barbilampiños rostros otros, que hicieron gran bien a nuestros antepasados.
Estos tales fijosdalgo pasabanse el día discutiendo y en llegados casternolendas solianse poner en gran acuerdo y facían al final siempre lo mismo de misma manera. Eso sí, sin dejar de discutir.
Hubo en aquellos remotos tiempos un levantamiento de la morisca que se habíase acostado tarde y se pusose chulita. A la sazón gobernaba la Ínsula Barataria del 2ºB (Por favor, no confundir con la otra ínsula que no tenía número ni nada y que un tal Miguel de Nosequé Saavedra sacó en una novelucha de aquellos tiempos. Os lo pido por favor. Que para una vez que os pido algo ya me podíais hacer un poco más de caso) el apuesto Jeque Remigio Jamalajá (padre de Abdú Jamalajá, que tan importante papel jugó en la vida de Don Sisebuto Pechopollo, héroe preclaro de la antiguanza)
Tomaron parte en el conciliábulo de los grandes héroes que debían decidir el destino de la humanidad y tomó la palabra Don José Luis Gil et dixo con grandes sonetos que si la tierra es del viento y la paz es de los corazones, lo mejor es no hacer la guerra. Que lo conveniente es rendirse y no luchar para así no hacer daño a nadie y promover el amor y que todos cuenten las nubes.
Saltó airado en este punto Don Mariano Poya y con grandes alharacas exclamó que no estaba de acuerdo, ni mucho menos.
Que había que hacer frente a tales amenazas, pero en otro momento. Que lo mejor ahora era no luchar y rendirse. Que ya se cansarían de matar y robar los infieles y se huirían aburridos más adelante. No era conveniente precipitarse y malgastar esfuerzos y recursos que podían ser necesarios en más adelantes tiempos.
Tomó la palabra el adelantado de la Siguenza (que en aquellos tiempos se escribía sin diéresis ni nada) y les dijo:
- Caballeros Gil y Poya, haced el favor de salir, que vamos a hablar unas cosas muy importantes y muy escandalosas y no es menester que os enredéis en disquisiciones y tonterías. Ahora mismico os avisamos para que volváis a entrar, en un momento.
Y cuando salieron atrancaron la puerta y ya no los dejaron entrar otra vez.
sábado, 21 de marzo de 2015
Susodicho Jones contra las barbacoas salvajes de la Selva inexplorada
AVISO MUY IMPORTANTE:
LO QUE SIGUE ESTÁ BASADO EN HECHOS REALES. HAY UN ALTÍSIMO CONTENIDO EN VIOLENCIA Y SEXO (A UN SEÑOR LO MATAN SIETE VECES Y A UNA SEÑORA SE LE SALE UNA TETA. AFORTUNADAMENTE ESTABA DE ESPALDAS Y DETRÁS DE UNOS ARBUSTOS, MATANDO AL SEÑOR)
El martes por la tarde, como hacía bueno, Susodicho se fumó las clases y se fue de picnic al campo. Se preparó los apuntes para repasar y un bocadillo de chistorra para esa hora bruja en que nos entra hambre y los sabios hombres (y algunas mujeres) de la antigüedad, con ese salero antiguo llamaron "la hora de la merienda". Preparados se quedaron apuntes y chistorra encima del piano y hete aquí que cuando menos se lo esperaba (él lo esperaba un rato después) vióse perdido, hambriento y sin acordarse del tema 9 en mitad del campo agreste que hay al final de la Calle del Pompillo, esquina a la Avenida de Montecarlo.
Ululaban los lobos en la lontananza y rugían los tigres en la más lontana lontananza (ver mapa).
Como nuestro héroe (a falta de otro mejor) es un hombre de recursos (o al menos lo parece) decidió sobrevivir hasta la hora de la cena y averiguar el terrible secreto que yacía oculto al final del campo proceloso. Así que se puso en marcha rumbo al horizonte de la derecha y pronto llegó al límite de la selva inexplorada (ver mapa). Lo descubrió enseguida, ¡menudo es él!, en cuanto vio el cartel de límite de circuito taxi se dijo "este va a ser el límite del circuito taxi del campo proceloso". Dándose por satisfecho se dispuso a dar la vuelta y rescatar el bocata de chistorra del dominio del piano de cola y media que había entre sus suntuosos salones, cuando fue capturado por la tribu de las mujeres guerreras conocidas por las barbacoas.
A diferencia de las amazonas, que son conocidas en todo el mundo, se sabe muy poco de las barbacoas. Yo tengo una vecina que es amazona y no puede salir a la calle sin que la paren continuamente para pedirle autógrafos y hacerse selfies con ella. Y tengo otra que es barbacoa (es que mi calle es muy guay) y no la conocen ni sus hermanos, que a menudo le suelen pedir el DNI para cerciorarse de que son familia.
La tribu de las barbacoas, a raíz de los últimos descubrimientos, es originaria de la selva inexplorada. Sus primeras integrantes fueron Doña Hermenigilda del Príapo Excelso, y Doña Inés Tres Treintaytres, que allá por la baja edad media se fueron de acampada con el colegio y se alejaron de los límites del campamento para fumar a escondidas y hablar de lo macizo que se estaba poniendo Don Roque de la Roca (que andando el tiempo llegaría a ser Caballo de Copas, pero eso es otra historia) con la excusa de hacer sus necesidades corpóreas rodeadas de rododendros y amapolas. No supieron después regresar (o como algunos estudiosos apuntan, es probable que no llevaran clinex encima y se fueran a por unos a algún semáforo , no sabiendo después hallar el camino de retorno) y ya se quedaron a vivir en la selva. Acogieron a todas las féminas meonas que no sabían volver a sus campamentos o barbacoas dominicales (de ahí parece ser que proviene el nombre de la tribu) y se llegaron a convertir en el grupo de mujeres guerreras que son a día de hoy.
- ¿Quien ser tú? -preguntó la más cotilla.
- ¿Cómo dice? -quiso saber Susodicho.
- Que tú quien ser
- Es que no... a ver... que no la entiendo
Se acercó a él con cara de enfado una barbacoa guapísima, con unos ojos tan grandes que parecía que se le iban a saltar del sujetador y le dijo:
- Que tú quien ere mi arma.
- No, si no espik englis, mi no comprender, lle nou parlochen franchusen, emmmhhh
- Este chico es bobo -dijo una voz en la espesura.
- Pues ala, soltadlo y ya buscaremos a otro.
- Jooooo, seño...
- Soltadlo y no se hable más. Ya es la hora nona y es tiempo de yantar. Vayamos a nuestro humilde poblado a comer los sencillos entrecots con patatas y pimientos que la mujer sabia de la tribu nos debe haber preparado para la cena -dijo la que debía ser la jefa.
-Joooo -dijeron las guerreras
-Joooo -dijo Susodicho- que creo que ya las empiezo a entender.
Pero las agrestes mujeres no le hicieron caso y se marcharon.
Y nuestro héroe cogió un taxi allí cerca y volvió a su mansión y se pudo comer la chistorra, que ya estaba seca. Y cuando se iba a poner con los apuntes se quedó dormido. El angelito.
¡Ah, es verdad! Que se me olvidaba. Y en la tele pusieron una película que salía un señor que lo mataban siete veces y a una señora se le salía una teta, pero no se le veía ni nada.
LO QUE SIGUE ESTÁ BASADO EN HECHOS REALES. HAY UN ALTÍSIMO CONTENIDO EN VIOLENCIA Y SEXO (A UN SEÑOR LO MATAN SIETE VECES Y A UNA SEÑORA SE LE SALE UNA TETA. AFORTUNADAMENTE ESTABA DE ESPALDAS Y DETRÁS DE UNOS ARBUSTOS, MATANDO AL SEÑOR)
El martes por la tarde, como hacía bueno, Susodicho se fumó las clases y se fue de picnic al campo. Se preparó los apuntes para repasar y un bocadillo de chistorra para esa hora bruja en que nos entra hambre y los sabios hombres (y algunas mujeres) de la antigüedad, con ese salero antiguo llamaron "la hora de la merienda". Preparados se quedaron apuntes y chistorra encima del piano y hete aquí que cuando menos se lo esperaba (él lo esperaba un rato después) vióse perdido, hambriento y sin acordarse del tema 9 en mitad del campo agreste que hay al final de la Calle del Pompillo, esquina a la Avenida de Montecarlo.
Ululaban los lobos en la lontananza y rugían los tigres en la más lontana lontananza (ver mapa).
Como nuestro héroe (a falta de otro mejor) es un hombre de recursos (o al menos lo parece) decidió sobrevivir hasta la hora de la cena y averiguar el terrible secreto que yacía oculto al final del campo proceloso. Así que se puso en marcha rumbo al horizonte de la derecha y pronto llegó al límite de la selva inexplorada (ver mapa). Lo descubrió enseguida, ¡menudo es él!, en cuanto vio el cartel de límite de circuito taxi se dijo "este va a ser el límite del circuito taxi del campo proceloso". Dándose por satisfecho se dispuso a dar la vuelta y rescatar el bocata de chistorra del dominio del piano de cola y media que había entre sus suntuosos salones, cuando fue capturado por la tribu de las mujeres guerreras conocidas por las barbacoas.
A diferencia de las amazonas, que son conocidas en todo el mundo, se sabe muy poco de las barbacoas. Yo tengo una vecina que es amazona y no puede salir a la calle sin que la paren continuamente para pedirle autógrafos y hacerse selfies con ella. Y tengo otra que es barbacoa (es que mi calle es muy guay) y no la conocen ni sus hermanos, que a menudo le suelen pedir el DNI para cerciorarse de que son familia.
La tribu de las barbacoas, a raíz de los últimos descubrimientos, es originaria de la selva inexplorada. Sus primeras integrantes fueron Doña Hermenigilda del Príapo Excelso, y Doña Inés Tres Treintaytres, que allá por la baja edad media se fueron de acampada con el colegio y se alejaron de los límites del campamento para fumar a escondidas y hablar de lo macizo que se estaba poniendo Don Roque de la Roca (que andando el tiempo llegaría a ser Caballo de Copas, pero eso es otra historia) con la excusa de hacer sus necesidades corpóreas rodeadas de rododendros y amapolas. No supieron después regresar (o como algunos estudiosos apuntan, es probable que no llevaran clinex encima y se fueran a por unos a algún semáforo , no sabiendo después hallar el camino de retorno) y ya se quedaron a vivir en la selva. Acogieron a todas las féminas meonas que no sabían volver a sus campamentos o barbacoas dominicales (de ahí parece ser que proviene el nombre de la tribu) y se llegaron a convertir en el grupo de mujeres guerreras que son a día de hoy.
- ¿Quien ser tú? -preguntó la más cotilla.
- ¿Cómo dice? -quiso saber Susodicho.
- Que tú quien ser
- Es que no... a ver... que no la entiendo
Se acercó a él con cara de enfado una barbacoa guapísima, con unos ojos tan grandes que parecía que se le iban a saltar del sujetador y le dijo:
- Que tú quien ere mi arma.
- No, si no espik englis, mi no comprender, lle nou parlochen franchusen, emmmhhh
- Este chico es bobo -dijo una voz en la espesura.
- Pues ala, soltadlo y ya buscaremos a otro.
- Jooooo, seño...
- Soltadlo y no se hable más. Ya es la hora nona y es tiempo de yantar. Vayamos a nuestro humilde poblado a comer los sencillos entrecots con patatas y pimientos que la mujer sabia de la tribu nos debe haber preparado para la cena -dijo la que debía ser la jefa.
-Joooo -dijeron las guerreras
-Joooo -dijo Susodicho- que creo que ya las empiezo a entender.
Pero las agrestes mujeres no le hicieron caso y se marcharon.
Y nuestro héroe cogió un taxi allí cerca y volvió a su mansión y se pudo comer la chistorra, que ya estaba seca. Y cuando se iba a poner con los apuntes se quedó dormido. El angelito.
¡Ah, es verdad! Que se me olvidaba. Y en la tele pusieron una película que salía un señor que lo mataban siete veces y a una señora se le salía una teta, pero no se le veía ni nada.
lunes, 9 de marzo de 2015
Modelo de carta de protesta
Estimados señores:
Por la presente quiero dejar constancia de mi más enérgica queja sobre sus servicios.
El pasado día 5 del presente mes adquirí en el establecimiento de su cadena sito en la calle esa ancha con muchas farolas que hay al final de la rotonda de la fuente de los colorines, un paquete de un kilo de azúcar blanco de la marca "La fosforita". El azúcar estaba sito en un estante rodeado de más paquetes de azucareses del mismo o parecido color.
Al llegar a mi casa sita en otra calle diferente y cambiarme de ropa, intenté hacerme un Brownie (no es nada cochino, es un bizcocho de chocolate) con una receta que me había pasado mi cuñada Irene. Con tan mala fortuna que me salió blanco y chuchurrio. Y la culpa es de su producto. Si en lugar de azúcar blanco hubiera sido azúcar de color chocolate me hubiera salido un bizcocho riquísimo y yo hubiera ido a presumir de ello a mi vecino Don Engracio que siempre está presumiendo de lo bien que le salen a él los bizcochos con nueces. Como si no supiéramos todos que los compra hechos en el Mercadona sito en la calle del Mercadona.
Les agradecería que en lugar de mandarme un paquete de azúcar por correo o el importe en una carta, le digan a la cajera esa gorda con gafas que no me cobre en la siguiente compra.
Es cierto que no le eché chocolate a la masa del brownie, como quizá debiera haber hecho en un principio, pero ese error es humano y disculpable y no tiene nada que ver con el hecho fundamental de que su azúcar es blanco. También pudo haber influido que no encendiera el horno, pero creo que tal factor carece de importancia dado que tuve el bizcocho toda la tarde en el mismo.
Es también cierto que el paquete de azúcar lo compré en otra tienda, pero es que ellos no tienen servicio de protesta de este y ustedes sí. Además, tampoco lo pagué, que salí corriendo.
Dios guarde a usted muchos años y tal y Pascual.
En Cartagena de la frontera a tantos de tantos.
Por la presente quiero dejar constancia de mi más enérgica queja sobre sus servicios.
El pasado día 5 del presente mes adquirí en el establecimiento de su cadena sito en la calle esa ancha con muchas farolas que hay al final de la rotonda de la fuente de los colorines, un paquete de un kilo de azúcar blanco de la marca "La fosforita". El azúcar estaba sito en un estante rodeado de más paquetes de azucareses del mismo o parecido color.
Al llegar a mi casa sita en otra calle diferente y cambiarme de ropa, intenté hacerme un Brownie (no es nada cochino, es un bizcocho de chocolate) con una receta que me había pasado mi cuñada Irene. Con tan mala fortuna que me salió blanco y chuchurrio. Y la culpa es de su producto. Si en lugar de azúcar blanco hubiera sido azúcar de color chocolate me hubiera salido un bizcocho riquísimo y yo hubiera ido a presumir de ello a mi vecino Don Engracio que siempre está presumiendo de lo bien que le salen a él los bizcochos con nueces. Como si no supiéramos todos que los compra hechos en el Mercadona sito en la calle del Mercadona.
Les agradecería que en lugar de mandarme un paquete de azúcar por correo o el importe en una carta, le digan a la cajera esa gorda con gafas que no me cobre en la siguiente compra.
Es cierto que no le eché chocolate a la masa del brownie, como quizá debiera haber hecho en un principio, pero ese error es humano y disculpable y no tiene nada que ver con el hecho fundamental de que su azúcar es blanco. También pudo haber influido que no encendiera el horno, pero creo que tal factor carece de importancia dado que tuve el bizcocho toda la tarde en el mismo.
Es también cierto que el paquete de azúcar lo compré en otra tienda, pero es que ellos no tienen servicio de protesta de este y ustedes sí. Además, tampoco lo pagué, que salí corriendo.
Dios guarde a usted muchos años y tal y Pascual.
En Cartagena de la frontera a tantos de tantos.
domingo, 11 de enero de 2015
El caso de mucho miedo
Era una noche triste y lluviosa (eso en la parte de fuera). El camarero pasaba con aire triste y lluvioso un trapo por el mostrador y pensaba en sus cosas con aire melancólico y nublado.
Apagué la colilla en el cenicero y apuré mi vaso. Miré a mi amigo. Tenía el aire ausente de los domingos por la tarde. Debía ir adelantado, porque era jueves.
- ¿Qué te pasa? - le pregunté
No me contestó. Como no está acostumbrado a fumar, cuando se echa un cigarrillo a la boca termina por tragárselo y se suele quemar. Creo que no es agradable.
Cuando por fin pudo hablar me contó el caso del que se suele acordar en los días así. Es de mucho miedo, y es este:
Aquel hombre era grande y llevaba una gabardina de color gabardina con hombreras sobre los hombros. Se encaró con el detective y le dijo:
- Tiene usted que ayudarme. Buenos días.
Susodicho, que como todos ustedes saben es un hombre de acción (de acción retardada, pero de acción al fin y al cabo) lo miró con los ojos que lleva en la cara desde el día en que nació (costumbre de su familia, que son muy tradicionales) y le dijo.
- Buenos días.
- Tiene usted que ayudarme, señor detective.
El detective lo miró otra vez (es un artista mirando) con sus ojitos de lince y lo invitó a continuar. El hombre continuó.
- Me llamo Señor Pérez y soy un hombre de negocios. Me lavo y me peino todos los días. Tengo una mujer y una tele en color en mi casa y quiero que me ayude...que me ayude...ehmmmm.... he... -el sujeto hacía grandes esfuerzos por no derrumbarse y acabar la frase, pero no podía, no podía-...con un caso....jo que caso....no puedo, no puedo...
- Tranquilícese, Señor.
- Vale, entonces si. Pues ya me tranquilizo. Pues nada, que nos ha salido un espíritu burlón en la cocina y cada vez que entro a freirme un huevo me da collejas y me tira de las trenzas y a mi señora le levanta las faldas, y como ella lo que usa son pantalones, le causa gran congoja. He mirado en el Mercadona si había algún repelente para espíritus burlones, pero no hay. Para cucarachas y ratones si.
- No se preocupe. Yo me haré cargo.
Era ya por la noche cuando llegó a casa de Señor Pérez. Era una casa con paredes a los lados y techo en la parte de arriba.
- ¿Donde está la cocina? -preguntó.
- Allí, está indicado en las flechas del pasillo. Es que como llevamos pocos años viviendo aquí hemos puesto indicadores para orientarnos.
- Muy bien, -dijo el enérgico detective, y se fue a la cocina.
- ¿Es esta la cocina? -preguntó al llegar a cierto habitáculo con un frigorífico con congelador, una vitrocerámica, horno y un fregadero.
- Sí. No se le escapa a usted nada.
- Y dice usted que ese ente sale cuando se fríe usted un huevo -dijo mientras se desabrochaba el pantalón.
- Perdóneme, señor detective. Que seguramente de estas cosas sabe usted más que yo, pero el huevo que yo frío es de gallina, de esos blancos con cascara por fuera.
- ¡Ah! Menos mal, porque estaba pensando que igual iba a estar incómodo ahí encaramado.
Y dicho esto se puso a freír el huevo. Lo hizo con puntillitas y le salió muy mono.
El espíritu burlón no se presentó aquella noche.
Volvió a la noche siguiente. Frió otro huevo y ya se quedó a cenar. Tampoco apareció el aparecido.
(Por cierto si un aparecido no aparece... vale, dejémoslo). Y volvió a freír huevos a las noches siguientes. No se vio al espíritu. Al final se acabó el cartón y Susodicho dio el caso por zanjado.
-¿Y la parte de miedo? -le pregunté a mi amigo aquella noche triste y lluviosa en la barra del bar.
- Pues que me subió mucho el colesterol -me dijo el gilipollas.
Apagué la colilla en el cenicero y apuré mi vaso. Miré a mi amigo. Tenía el aire ausente de los domingos por la tarde. Debía ir adelantado, porque era jueves.
- ¿Qué te pasa? - le pregunté
No me contestó. Como no está acostumbrado a fumar, cuando se echa un cigarrillo a la boca termina por tragárselo y se suele quemar. Creo que no es agradable.
Cuando por fin pudo hablar me contó el caso del que se suele acordar en los días así. Es de mucho miedo, y es este:
Aquel hombre era grande y llevaba una gabardina de color gabardina con hombreras sobre los hombros. Se encaró con el detective y le dijo:
- Tiene usted que ayudarme. Buenos días.
Susodicho, que como todos ustedes saben es un hombre de acción (de acción retardada, pero de acción al fin y al cabo) lo miró con los ojos que lleva en la cara desde el día en que nació (costumbre de su familia, que son muy tradicionales) y le dijo.
- Buenos días.
- Tiene usted que ayudarme, señor detective.
El detective lo miró otra vez (es un artista mirando) con sus ojitos de lince y lo invitó a continuar. El hombre continuó.
- Me llamo Señor Pérez y soy un hombre de negocios. Me lavo y me peino todos los días. Tengo una mujer y una tele en color en mi casa y quiero que me ayude...que me ayude...ehmmmm.... he... -el sujeto hacía grandes esfuerzos por no derrumbarse y acabar la frase, pero no podía, no podía-...con un caso....jo que caso....no puedo, no puedo...
- Tranquilícese, Señor.
- Vale, entonces si. Pues ya me tranquilizo. Pues nada, que nos ha salido un espíritu burlón en la cocina y cada vez que entro a freirme un huevo me da collejas y me tira de las trenzas y a mi señora le levanta las faldas, y como ella lo que usa son pantalones, le causa gran congoja. He mirado en el Mercadona si había algún repelente para espíritus burlones, pero no hay. Para cucarachas y ratones si.
- No se preocupe. Yo me haré cargo.
Era ya por la noche cuando llegó a casa de Señor Pérez. Era una casa con paredes a los lados y techo en la parte de arriba.
- ¿Donde está la cocina? -preguntó.
- Allí, está indicado en las flechas del pasillo. Es que como llevamos pocos años viviendo aquí hemos puesto indicadores para orientarnos.
- Muy bien, -dijo el enérgico detective, y se fue a la cocina.
- ¿Es esta la cocina? -preguntó al llegar a cierto habitáculo con un frigorífico con congelador, una vitrocerámica, horno y un fregadero.
- Sí. No se le escapa a usted nada.
- Y dice usted que ese ente sale cuando se fríe usted un huevo -dijo mientras se desabrochaba el pantalón.
- Perdóneme, señor detective. Que seguramente de estas cosas sabe usted más que yo, pero el huevo que yo frío es de gallina, de esos blancos con cascara por fuera.
- ¡Ah! Menos mal, porque estaba pensando que igual iba a estar incómodo ahí encaramado.
Y dicho esto se puso a freír el huevo. Lo hizo con puntillitas y le salió muy mono.
El espíritu burlón no se presentó aquella noche.
Volvió a la noche siguiente. Frió otro huevo y ya se quedó a cenar. Tampoco apareció el aparecido.
(Por cierto si un aparecido no aparece... vale, dejémoslo). Y volvió a freír huevos a las noches siguientes. No se vio al espíritu. Al final se acabó el cartón y Susodicho dio el caso por zanjado.
-¿Y la parte de miedo? -le pregunté a mi amigo aquella noche triste y lluviosa en la barra del bar.
- Pues que me subió mucho el colesterol -me dijo el gilipollas.
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